Si alguna vez has escuchado la palabra parasomnia y te has preguntado qué era, hacías bien en planteártelo porque puede que tú mismo estés padeciendo o hayas padecido alguna de ellas. Las parasomnias son cualquier trastorno de la conducta durante el sueño asociado con episodios breves o parciales de despertar y se deben a un estado disociado entre el sueño y la vigilia.
“Hasta un 88% de los niños presentaría algún tipo de parasomnia entre los 2,5 y los 6 años, por lo que estos son fenómenos más frecuentes de lo que pensamos”.
Al preguntarnos cuánta gente padece este tipo de trastornos el vacío es abismal. Parece que en la actualidad existe cierta dificultad a la hora de contabilizar las parasomnias. “En numerosos casos, ni siquiera llegan a diagnosticarse, dado que a menudo se normalizan y no llegan a consulta médica. Sobre todo, en aquellas que afectan a niños y de una manera leve”, razona el psicólogo. «A menudo la desinformación hace que determinados fenómenos, como el despertar confusional, los terrores nocturnos o el sonambulismo, tiendan a ser considerados por los adultos como algo vergonzoso y más propio de niños», explica.
¿Por qué hay una mayor prevalencia de ciertas parasomnias entre los jóvenes?
“Podrían tener que ver con la mala higiene de sueño, factores emocionales, incluso con desequilibrios hormonales”, apunta Iván. De todas formas, todavía hay mucho desconocimiento en torno a las causas concretas que las producen en mayor medida en personas jóvenes.
Las parasomnias más comunes suelen ser “los trastornos del despertar o despertares confusos, los terrores nocturnos y el sonambulismo», afirma Ana Fernández Arcos, neuróloga y coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología.
Nos interesa saber de dónde vienen estas alteraciones del sueño. Iván nos pone varios ejemplos: “cenar demasiado antes de dormir, el consumo de drogas o algunos fármacos, estados febriles, falta de sueño, malas costumbres en cuanto a la higiene de sueño o alteraciones emocionales”, son algunas de las causas. Lo más normal es que con la edad estos trastornos vayan desapareciendo, aunque según señala la neuróloga queda un pequeño porcentaje de pacientes que lo va a seguir padeciendo durante la edad adulta.
Ahora con el Covid nuestras horas de sueño, quizás por la falta de ocio, se han visto incrementadas. “También hemos visto un incremento en otros problemas de sueño como por ejemplo el insomnio o las pesadillas”, destaca Ana Fernández. Iván comenta que la pandemia ha obligado a cancelar muchas de sus consultas, por eso ahora están dándole un impulso a las consultas online. Algo que la mayoría de sus pacientes agradecen.
La mayoría de los casos son leves, pero los hay extremos
“En algunos casos, una parasomnia puede llegar a afectar mucho la vida de una persona, puesto que, en casos de sonambulismo o terrores nocturnos, podría llegar a hacerse daño o hacer daño a su compañero de cama, además de dificultarle mucho el sueño al paciente o de generarle daño físico, como a las piezas dentales, en el caso del bruxismo. También muchos niños sufren mucha vergüenza y frustración con la enuresis o los terrores nocturnos”, describe el psicólogo. La doctora Fernández añade: “Puede llegar limitar la vida de la persona. A nivel social puede ser un problema dormir fuera de casa o con alguien que no conoce de la existencia del trastorno”.
También se dan casos donde la persona incluso deja de respirar por unos segundos, se trata de la denominada apnea del sueño. “Es un trastorno de sueño muy prevalente en la población general. Consiste en interrupciones de la respiración durante el sueño que dan lugar a fragmentación del descanso y a disminuciones del oxígeno sanguíneo. Tienen como consecuencia a corto plazo un sueño poco reparador con problemas somnolencia durante el día en situaciones no deseadas y/o problemas de atención y del estado de ánimo”, apunta la neuróloga.
Si el número de apneas es alto puede “facilitar insomnio y problemas emocionales, dificultades de concentración, problemas de memoria, etc.”, destaca el psicólogo. Pero existen tratamientos para no tener que llegar a este punto. “Por eso es importante realizar una evaluación completa en un centro especializado en sueño y recibir el tratamiento personalizado que estos problemas respiratorios requieren”, continua.
Parálisis del sueño
Hace no mucho, una compañera comentaba en un grupo de trabajo que sufría parálisis del sueño: episodios donde la persona se encuentra totalmente paralizada sin poder moverse ni hablar mientras que está despierta y es consciente de lo que ocurre. Puede suceder entre segundos o varios minutos. Ella contaba lo desagradable que era y que le pasaba sobre todo en épocas de estrés o ansiedad. Su médico de cabecera simplemente le dijo que se tomara la vida con más calma y que podría apuntarse a meditación o yoga. En este punto, preguntamos a los expertos si están de acuerdo con esta valoración o no.
“El estrés puede contribuir a un aumento de frecuencia de estos episodios, pero estas medidas que comentan no lo solucionarán por si solas. Cuando ocurre de manera aislada se recomienda dormir horas suficientes, en horarios regulares y evitar dormir boca arriba, pues es más probable sufrir un episodio en esta postura”, describe Fernández. “Es posible que, en este caso en particular, favorecer estos factores sea de ayuda. Pero si su nivel de estrés o ansiedad es alto, este tipo de prácticas sencillas, podrían ser un mero parche insuficiente y resultar mucho más efectivo un tratamiento psicológico que realmente trabaje a fondo estos problemas emocionales”, destaca Eguzquiza Solís.
Sonanbulismo
Según Psychology Today, más de la mitad de los adultos sonámbulos han mostrado comportamientos violentos cuando están en esa fase. ¿Cómo se debe actuar en estos casos?, pregunto. “Se recomienda dejar que la persona finalice espontáneamente el episodio reconduciéndola suavemente a la cama y evitar que pueda hacerse daño. Es mejor no ser bruscos o forzarlos porque dentro del sueño que están viviendo pueden percibirlo como una amenaza y enfrentarse”, advierte Fernández Arcos.
Ambos especialistas insisten en la importancia de retirar elementos de la habitación con los que puedan hacerse daño de forma involuntaria y colocar algunos objetos, como cojines, a modo de parapetos. En los casos más severos, se recomienda incluso asegurar puertas y ventanas. Pero también insisten en que «existen tratamientos tanto médicos, como conductuales y psicológicos para las parasomnias. Por tanto, en muchos casos no tenemos por qué resignarnos a seguir padeciéndolas, podemos tener soluciones».
El trastorno alimentario del sueño
O síndrome de la cena durante el sueño es un trastorno en el que los pacientes dormidos ingieren alimentos o líquidos de forma involuntaria. “Se asocia al sonambulismo, pero no se conoce qué lo produce. Es más frecuente comer alimentos ricos en carbohidratos y en algunos casos ingerir alimentos inusuales e incluso pueden llegar a beber sustancias tóxicas. No suelen recordar los episodios y lo notan por molestias a la mañana siguiente”.
Síndrome de la cabeza explosiva
Quizás éste sea el más raro de todos los antes mencionados o el más desconocido. Preguntamos qué se sabe de él. “Se trata de una enfermedad bastante infrecuente, en la que la persona pasa del sueño a la vigilia sintiendo como un disparo en el interior de la cabeza. Suele producirse en la primera mitad de la noche, a menudo en la transición entre dos fases de sueño. Aparece en mayor medida en mujeres adultas, pero se conoce poco acerca de las causas de este trastorno. No es un trastorno grave, pero podría provocar problemas de sueño, además del miedo y ansiedad que pueda generar en el paciente que no comprende que le está pasando”, comenta Iván.
La importancia del diagnóstico
Después de este intenso repaso por las diferentes parasomnias, nos planteamos si la gente que las padece lo sabe y se trata, porque puede parecer que a veces se le da menos importancia de lo que tiene o lo achacamos a breves fases de insomnio cuando atravesamos una mala racha. “A menudo se considera anecdótico o incluso se acepta que alguien lleve años “durmiendo mal”, pero en muchos casos se debería consultar para tener un correcto diagnóstico y tratarlo para hacer desaparecer o minimizar los episodios”, afirma Fernández.
“Si una parasomnia influye de manera significativa en nuestra vida, deberíamos buscar un tratamiento especializado”, subraya el psicólogo. “Ya que algunas parasomnias, como el trastorno de conducta en fase REM sí podrían ser mucho más peligrosas, pues podrían estar anticipando la aparición de una enfermedad neurológica degenerativa, como la enfermedad de Parkinson”, advierte.
La importancia del tratamiento
En esta charla hemos aprendido la importancia de dormir el número suficiente de horas (que en cada caso particular es distinto), de tener horarios regulares y de descartar los factores que puedan interrumpir nuestro sueño. «Existen múltiples técnicas y dispositivos que podemos utilizar para evitar estos problemas. Por eso es importante realizar una evaluación completa en un centro especializado en sueño y recibir el tratamiento personalizado que estos problemas requieren», concluye el psicólogo.
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