El síndrome del cuidador —también conocido como burnout del cuidador— es un estado de agotamiento físico y emocional que afecta a quienes cuidan a personas dependientes, con enfermedades crónicas o discapacidades. Aunque su labor es fundamental, quienes están a cargo suelen descuidar su propio bienestar, lo que puede desencadenar serias consecuencias.

¿Quiénes se ven más afectados?

  • Se estima que entre el 61 % y 70 % de cuidadores familiares (principalmente mujeres) experimentan una carga intensa.

  • La OMS concluye que son más frecuentes en personas de nivel socioeconómico bajo que cuidan durante largos períodos .

Signos de alerta

Los síntomas combinan aspectos físicos, emocionales y conductuales:

  • Fatiga continua, insomnio, dolor de cabeza o musculares.

  • Irritabilidad, tristeza, ansiedad y sentimientos de culpa o desesperanza.

  • Aislamiento social, abandono de actividades y descuido personal.

  • Síntomas psicosomáticos: palpitaciones, alteraciones digestivas, temblor.

Impacto en la salud

  • Emocional: estrés crónico, aumento de riesgo de depresión y ansiedad.

  • Físico: debilitamiento del sistema inmune, mayor riesgo de enfermedades crónicas.

  • Familiar y social: conflictos interpersonales, tensión económica y pérdida de redes de apoyo .

Estrategias para prevenir y recuperarse

  1. Reconocer el problema: identificar los signos o participar en evaluaciones como la escala Zarit .

  2. Apoyo y límites: compartir tareas, pedir ayuda profesional, respetar tiempos de descanso .

  3. Autocuidado: nutrición, ejercicio, sueño adecuado y actividades placenteras .

  4. Acompañamiento emocional: psicoterapia, grupos de apoyo y gestión de emociones .

  5. Respiros familiares: recurrir a recursos comunitarios o tiempos fuera para recargar fuerzas

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