El trastorno delirante es un desorden psicológico también conocido como psicosis paranoica. Se caracteriza por la presencia de delirios o creencias extrañas, pero sin que aparezcan otros síntomas más graves. Esto significa que el paciente, aun teniendo delirios, no padece de esquizofrenia ni de alucinaciones significativas (aunque sí leves).
Los delirios de estas personas pueden ser muy variados; es frecuente, por ejemplo, que se crean perseguidos, otros se sienten enfermos, o también pueden presentar delirios de grandeza, etc. Otros delirios habituales son, por ejemplo, sentir envidia de otras personas o creer que se padece un defecto físico.
Solo nos encontramos ante un trastorno delirante propiamente dicho cuando las alucinaciones tienen una duración de al menos tres meses; además, estas alucinaciones no pueden ser debidas al consumo de substancias (drogas, alcohol, etc.) ni a una enfermedad médica.
Las personas con trastorno delirante están totalmente convencidas de sus delirios, no se trata de ideas pasajeras. Esto significa, por ejemplo, que pueden desarrollar creencias como que son actores famosos, ganadores de un premio Óscar. Esto significa que los delirios suelen ser uno solo, o bien varios, pero relacionados entre sí y muy consistentes. Todos estos delirios generan una misma idea paralela que es la que cobra fuerza y se mantiene en el tiempo. Este trastorno puede llegar a prolongarse durante periodos prolongados, o incluso a lo largo de toda la vida del paciente.
¿A qué se debe el trastorno delirante?
En principio, las causas de este desorden son desconocidas. Sin embargo, al igual que en otros trastornos, se cree que pueden existir factores genéticos, fisiológicos y ambientales. También parece que tienen importancia otros factores como pueden ser el aislamiento social, abuso de sustancias, estrés, estatus socioeconómico, etc.
Este trastorno puede desarrollarse a cualquier edad; sin embargo, suele desarrollarse ya en la etapa adulta, o incluso en una edad ya avanzada del paciente. También se ha demostrado la existencia de una cierta relación entre el trastorno delirante y circunstancias biográficas del paciente; así, por ejemplo, sería normal que alguien que sufriese sobrepeso en la infancia desarrollase una idea de una deformidad física. Otro ejemplo podría ser el de un miembro de una minoría étnica que terminase por creer que está siendo perseguido.
Algunos científicos creen que una posible causa de este trastorno se encuentra en la propia personalidad de los pacientes. Así, aquellas personas con una tendencia al narcisismo que, sin embargo, se hayan visto expuestas a frustraciones, pueden terminar por generar una baja autoestima. Como consecuencia, el paciente desarrolla una proyección, esto es, atribuye a otras personas emociones o comportamientos ficticios.
¿Cuáles son los principales síntomas del trastorno delirante?
Las personas con este desorden suelen desempeñarse bien en su vida cotidiana, no resultando incapacitados por el mismo. Al principio, estos delirios suelen pasar desapercibidos para sus allegados, ya que no se manifiestan de manera expresa. Es con el paso del tiempo que el comportamiento de los pacientes va volviéndose gradualmente más extravagante.
Para identificar si estamos ante una persona con trastorno delirante, los síntomas que lo definen son los siguientes:
Presencia de una idea o creencia fuertemente asentada, con total convicción.
Frecuentemente el paciente guarda secreto si le preguntan sobre su delirio, o sospecha de quien le pregunta.
Esa idea está totalmente presente en la vida del individuo, hasta condicionarla de manera severa.
El delirio del paciente ocupa una gran parte de su tiempo.
El delirio ocupa un lugar central en su vida, esto es, prácticamente todo lo que le sucede al paciente lo relaciona con esa idea.
La idea o delirio del paciente es extravagante o muy improbable.
Falta de humor o hipersensibilidad del paciente en todo lo referente a su delirio.
Reacción irritable o agresiva del paciente cuando se cuestiona si el delirio es real.
El delirio suele terminar por desarrollar actitudes y comportamientos extravagantes en el paciente.
¿Qué tipos de trastorno delirante hay?
Existen varios tipos principales de trastorno delirante, en función de sus características. Cuando el trastorno no encaja en una de estas tipologías, se habla de “tipo mixto” o “tipo no especificado”. Los cinco tipos principales de este desorden son:
Tipo persecutorio
Esta es la modalidad más frecuente de este trastorno. Quienes lo padecen, creen ser víctimas de una conspiración en su contra, o bien ser perseguidos o espiados constantemente. Estos pacientes suelen acudir recurrentemente a la policía o a tribunales en busca de protección o, en ocasiones, reaccionar violentamente.
Tipo grandioso
En este caso los afectados creen ser personas importantes o famosas, estando convencidas de tratarse de una celebridad. Ejemplos frecuentes son personas que creen ser deportistas, escritores, estrellas de cine, etc. Su comportamiento es frecuentemente considerado como soberbio.
Tipo somático
Quienes tienen este desorden están convencidos de padecer algún problema con sus funciones o atributos corporales. Ejemplos de esto podrían ser la existencia imaginada de una enfermedad, un dolor o una deformidad. Son frecuentes creencias como el que desprenden un mal olor corporal o el tener parásitos internos en su organismo.
Tipo celoso
Aquí hablamos de personas que están convencidas de que su pareja sentimental les está siendo infiel. Esta convicción se basa sobre creencias erróneas, sin ninguna base real, o en pruebas ficticias. Este delirio puede resultar peligroso, ya que en ocasiones el paciente puede llegar a agredir físicamente a su pareja.
Tipo erotomaniático
Este tipo de trastorno delirante se basa en la convicción del paciente de que alguien está enamorado de él o ella, habitualmente una persona de estatus superior, como por ejemplo un jefe, un profesor, un doctor, etc. Es más frecuente en mujeres, quienes creen recibir señales encubiertas de su enamorado. Es frecuente que el paciente intente entrar en contacto a través de diferentes vías con esta persona; esto, en ocasiones, puede llegar a derivar en situaciones de acoso o en infracciones legales (allanamiento, persecuciones, etc).
¿Cómo se trata el trastorno delirante?
Este tipo de desorden se considera difícil de tratar, y frecuentemente resulta necesario combinar un tratamiento farmacológico y psicoterapia. Muchas veces, el paciente está tan firmemente convencido de sus delirios que se niega en rotundo a buscar ayuda.
Respecto a la medicación, es habitual el uso de antipsicóticos y antidepresivos, aunque estos tan solo controlan temporalmente los delirios. En cuanto a la psicoterapia, el enfoque más efectivo es la intervención cognitivo-conductual; esta tiene por fin último no tanto el control de los síntomas, sino sobre todo evitar recaídas posteriores.
A través de las diferentes sesiones, el psicólogo guía al paciente para que explique sus delirios, pero sin confirmarlos nunca. Posteriormente, se empieza a desarrollar una reestructuración cognitiva, que le permita controlar sus sentimientos, emociones y comportamientos. Así, poco a poco el paciente va tomando consciencia de los errores en sus delirios, y modificando también su comportamiento.
En lo referente a los fármacos, es importante que estos sean prescritos siempre por un médico o psiquiatra. Por este motivo, el tratamiento más adecuado para este tipo de casos es el combinado, en el que intervienen tanto el psicólogo como el médico.