La alergia es una reacción del sistema inmunológico frente a sustancias que normalmente son inofensivas para la mayoría, pero que en personas sensibles desencadenan síntomas molestos o incluso graves. Estas sustancias se conocen como alérgenos y pueden entrar al cuerpo por diferentes vías: inhalación, ingestión, contacto o inyección.
Alérgenos inhalados: los más comunes
Los alérgenos que se respiran son los principales responsables de los cuadros alérgicos. Se dividen en:
Pólenes: procedentes de árboles, hierbas y malezas, son transportados por el viento (anemófilos) y suelen provocar síntomas estacionales como rinitis y conjuntivitis.
Ácaros del polvo: microscópicos, se encuentran en colchones, almohadas, alfombras y tapicería. Sus heces son altamente alergénicas y provocan síntomas persistentes durante todo el año.
Hongos o mohos: crecen en ambientes húmedos, como baños o sótanos, y también en zonas exteriores mal drenadas.
Mascotas: los alérgenos provienen de su saliva, piel, pelo y orina. Se adhieren a superficies textiles del hogar. Además de perros y gatos, pueden causar alergias animales como conejos, roedores o aves.
Insectos como cucarachas: pueden encontrarse en ambientes urbanos y están relacionadas con alergias respiratorias.
Alérgenos alimentarios: una creciente preocupación
La alergia a alimentos afecta al 3–8% de los niños y al 2–5% de los adultos. Los causantes más frecuentes son:
En niños: leche, huevo, pescado.
En adultos: frutas, verduras, frutos secos, mariscos.
El riesgo es mayor cuando las proteínas alergénicas están en altas concentraciones o no se degradan fácilmente con el calor o los ácidos del estómago. Por eso algunas frutas producen síntomas al ingerirse frescas, pero no cocidas (como en compotas).
Además, existen alergias alimentarias provocadas por parásitos como Anisakis simplex, presente en pescado mal cocinado o crudo.
Picaduras de insectos: una vía directa y peligrosa
Las picaduras de abejas, avispas o abejorros pueden desencadenar reacciones alérgicas graves, incluso anafilaxia. Al inyectarse el veneno directamente en el cuerpo, la respuesta puede ser inmediata y severa. También se han reportado casos con garrapatas transportadas por palomas en áreas urbanas.
Medicamentos: alergias inesperadas
Todos los medicamentos pueden provocar alergias, aunque los más frecuentes son:
Antibióticos, especialmente los derivados de la penicilina.
Antiinflamatorios, como el ibuprofeno.
Estas reacciones van desde urticaria y erupciones hasta anafilaxia. Por ello, siempre deben ser prescritos por profesionales y evitar la automedicación.
¿Qué hacer ante síntomas de alergia?
Los síntomas comunes incluyen estornudos, ojos llorosos, picazón, erupciones, dificultad para respirar o molestias digestivas. En casos graves, puede haber hinchazón o pérdida de conciencia (anafilaxia).
- Consulta médica: un alergólogo puede identificar el alérgeno específico mediante pruebas de alergia.
- Evita el alérgeno: cuando sea posible, lo más eficaz es la evitación.
- Tratamientos: desde antihistamínicos y broncodilatadores hasta inmunoterapia, dependiendo del caso.
Las alergias pueden parecer simples molestias, pero en algunos casos comprometen seriamente la salud. Comprender sus causas y síntomas es clave para tratarlas a tiempo y mejorar la calidad de vida.