La infección del tracto urinario (ITU) es un proceso inflamatorio que aparece por la multiplicación de microorganismos en esa zona. Puede clasificarse en dos tipos, teniendo en cuenta su localización anatómica, es decir, si se produce en las vías bajas (uretritis, cistitis y prostatitis) o en las altas (pielonefritis aguda). Puede producirse de forma conjunta o separada.

Además, hay diversas categorías según la edad y género del paciente. Entre personas mayores, la bacteriuria asintomática es la más común y consiste en la presencia de bacterias en la orina. Se produce en mayor grado en mujeres que en hombres. Los motivos pueden estar en los cambios en la flora vaginal debido a la disminución de los niveles de estrógenos después de la menopausia. El crecimiento prostático es un factor habitual de infección en el hombre anciano y la retención aguda de orina puede desencadenar la infección.

El sistema inmunitario de los ancianos está más débil y pueden sufrir otras enfermedades que los hacen más propensos a una ITU. Entre éstas se encuentra la demencia (Alzheimer), Parkinson y lesiones del sistema nervioso central (vejiga neurogénica), incontinencia urinaria y fecal, diabetes mellitus, cateterización de la vía urinaria… Además, la infección puede descompensar alguna otra enfermedad como la diabetes o la hipertensión arterial. Y hay otros factores de riesgo como sonda vesical, uropatía, antibioterapia previa u hospitalización reciente.

Los síntomas de una infección urinaria son fáciles de detectar por parte del propio enfermo: cambios de color y olor en la orina, dolor o escozor al orinar (disuria), ir al baño con mayor frecuencia pero en escasa cantidad, tener la sensación de querer orinar tras acabar de hacerlo… Algunos de estos síntomas son comunes en mujeres mayores con incontinencia urinaria o atrofia vaginal por lo que siempre hay que considerar todo el historial médico para poder diagnosticarla correctamente.

El las personas mayores pueden aparecer otros signos externos en su conducta habitual que ayudan a diagnosticar una infección urinaria:

  • Intranquilidad
  • Irritabilidad
  • Decaimiento
  • Confusión
  • Desorientación
  • Cansancio al realizar tareas cotidianas.

Puede llegar a producir fiebre, hipotensión, náuseas o vómitos y taquicardias. En general, la infección urinaria no es una patología grave pero en Lares Comunidad Valenciana nos tomamos muy en serio la calidad de vida de nuestros ancianos y por eso hacemos lo posible por detectarla a tiempo.

El diagnóstico de infección puede confirmarse realizando un cultivo o un análisis de orina. Aunque en algunas ocasiones resulta complicado realizar la toma, por ejemplo en caso de demencia o incontinencia, son la mejor forma de diagnosticarla. También puede hacerse un análisis de sangre para detectar la pielonefritis aguda.

Tras el resultado, el médico es quien debe prescribir el tratamiento adecuado. Éste suele consistir antibióticos y los suministraremos únicamente durante el tiempo necesario para eliminar la infección, entre 7 y 14 días según el paciente. En Lares CV somos muy cuidadosos con la medicación para evitar que los ancianos desarrollen resistencia a los medicamentos. Es recomendable realizar un urocultivo tanto antes como después del tratamiento, pasadas 1 o 2 semanas, para confirmar que la infección ha remitido.

Igual que muchas otras enfermedades leves, mantener una serie de buenas costumbres contribuye a su prevención. Para evitar la infección urinaria, hay que lograr que la persona mayor beba agua frecuentemente, aunque no tenga sensación de sed. Conviene facilitarles el acceso a la bebida en cualquier momento. El objetivo lograr una buena hidratación para hacer que la orina sea menos concentrada y eliminar las bacterias con micciones frecuentes.

El número de veces que se visita el baño también influye: hay que evitar retener la orina en la vejiga más tiempo del necesario para evitar que proliferen las bacterias. Así, hay que recordarles cada cierto tiempo si tienen ganas de orinar. El estreñimiento puede incidir también en este punto por lo que, en general, intentamos mantener un cierto nivel de actividad física con paseos o cambios de postura para ayudar a la movilidad.

La higiene es otro factor determinante para evitar el riesgo de infección urinaria en ancianos. Las mujeres concretamente deben limpiarse de delante hacia atrás para no evitar pasar flora fecal al área periuretral. Además de limpiarse con agua en el aseo diario, al orinar pueden utilizarse toallitas húmedas desechables. En caso de incontinencia, cambiamos el pañal frecuentemente y si se tratase de sondas las manejamos siempre con extremo cuidado evitando manipulaciones innecesarias.

Hay que tener en cuenta que el uso de sondaje vesical permanente o prolongado es muy común en personas mayores y el riesgo más frecuente de la aparición de infección. En estos casos, la prevención pasa por incorporar la inserción aséptica de los catéteres urinarios, minimizando y reduciendo al mínimo la duración de su uso.

Mantener el sistema inmunológico en óptimas condiciones también está relacionado con una buena alimentación. Por ejemplo, hay estudios que valoran los arándanos, tanto en zumo como en cápsulas, en la dieta como prevención de infección urinaria. Los menciona Mirella Martínez en su Trabajo Final de Grado junto con el cacahuete, aguacate, ciruela, canela y curri que son inhibidores de la adherencia bacteriana.

Una infección urinaria es incómoda pero estamos acostumbrados a tratarlas y que así su proceso sea más leve. Estamos pendientes también de la frecuencia ya que si fuesen seguidas podrían ser síntomas de enfermedades más graves que podrían afectar, por ejemplo, a los riñones.

El uso de sujeciones con personas mayores para controlar conductas como las caidas o la deambulación se asocia también a un incremento en las infecciones de orina. Dado que es posible cuidar sin sujeciones la recomendación es no utilizarlas siguiendo un programa de medidas alternativas. Si Cuidas No Sujetes

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