Los buenos propósitos de comer bien y moverse durante el confinamiento se han ido diluyendo a lo largo de los días y se prevé un repunte de la obesidad, y esto puede tener consecuencias negativas si se contrae el coronavirus
El confinamiento nos está cambiando la vida, eso es incuestionable, y al margen de las consecuencias que tendrá para nuestra salud física, mental, social y económica, lo que ya pocos dudan es que saldremos de nuestras casas con unos kilos de más, entre cuatro y cinco, calculan los expertos.
Los causantes de que engordemos son varios. La endocrinóloga Clotilde Vázquez, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, apunta, entre otros factores, al “estrés emocional, este estado de inquietud generado por el coronavirus, que moviliza una complejidad de hormonas y neurotransmisores que nos hace almacenar más energía, tener reservas”. Un mecanismo ancestral hace que en situaciones de estrés las personas comamos más y alimentos más energéticos Es un mecanismo que tiene el ser humano desde hace millones de años, cuando se preparaba para épocas de escasez de alimentos y que ahora se activa en momentos de ansiedad. “Hace que comamos más y que escojamos productos más calóricos como chocolate, embutido, queso… Pero tenemos que combatirlo con otros alimentos saciantes y con menos calorías como frutas y verduras , que nos aportan vitaminas, minerales y agua”, defiende la doctora.
Se ha examinado nuestros hábitos y ha conseguido hacer una fotografía bastante real de lo que estamos haciendo detrás de nuestras puertas cerradas.
¿Qué hacemos?
Lo primero que apunta es que durante el confinamiento se han disparado las ventas de productos como las aceitunas (94%), las patatas fritas (87%), la cerveza (78%) y el chocolate (79%). Unos alimentos vinculados al disfrute que no siempre son saludables, pero confirman lo apuntado por la doctora Vázquez.
Esto, según el comparador, se suma al dato de que solo el 7% de la población alcanza los mínimos de una alimentación saludable: comer cinco piezas de fruta o verdura diarias, desayunar ‘bien’, tomar legumbres y pescado al menos dos veces por semana, etcétera. Sin embargo, el 54% de los españoles asegura que intenta seguir una dieta equilibrada. Otro hecho que está sucediendo es que la actividad física se ha desplomado, al menos, un 40%, con los efectos que esto implica sobre el aparato locomotor y muscular, la pérdida de capacidades aeróbicas del individuo, el incremento de la sensación de fatiga, la reducción del gasto calórico, etcétera. La inactividad continuada (a partir de 10 días) está relacionada con la atrofia muscular y la pérdida de fuerza (de hasta un 13% y 40% en brazos y piernas respectivamente). Estas consecuencias afectarán en mayor medida a los adultos mayores, también los más vulnerables al coronavirus.
Tormenta perfecta
Los efectos psicológicos son otra variable que influye poderosamente en la salud. El confinamiento continuado incrementa las posibilidades de experimentar ansiedad, insomnio y otras patologías como la depresión. Además, nos vuelve más irritables y nos produce abatimiento. Los sentimientos de aislamiento, al mismo tiempo, aumentan el riesgo de sufrir presión arterial alta y reducen la resistencia del sistema inmunológico a las infecciones. La relación entre estrés, obesidad y enfermedades cardiovasculares está documentada; por tanto, es necesario controlar la ansiedad para no provocar males mayores.
Todas estas variables conducen a una tormenta perfecta, la de ganar peso, y eso no es nada aconsejable dados los ya altos índices de sobrepeso y obesidad, que afectan a la mitad de la población española. Y si eso no es bueno para ninguna enfermedad, mucho menos lo es para la infección por Covid-19. La Federación Mundial de Obesidad alerta de que las personas obesas tienen más problemas para superar con éxito la enfermedad por coronavirus, un riesgo del que ha informado El Confidencial.
Consejos para superar el confinamiento con éxito
Para frenar todos estos efectos, Acierto.com da una serie de consejos:
Ligados a la alimentación: adaptar la ingesta calórica, planificar los menús, evitar los ultraprocesados y grasas, y optar por el picoteo sano –como los encurtidos y otros alimentos nutritivos que calmen la ansiedad– y los productos frescos.
Actividad física: practicar al menos veinte minutos de ejercicio cardiovascular, utilizando apps de aseguradoras de salud o vídeos en internet. El deporte ayuda a segregar endorfinas y aumenta el estado de ánimo.
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