El lipedema es una enfermedad común, frecuentemente subdiagnosticada, crónica y progresiva, que genera un gran deterioro en la calidad de vida. Consiste en el depósito anormal de tejido adiposo subcutáneo principalmente en las extremidades inferiores, afectando casi exclusivamente a mujeres. Sus síntomas principales son el dolor, la sensibilidad y la facilidad para producir equimosis. Desde el punto de vista fisiopatológico, existiría una susceptibilidad poligénica combinada con trastornos hormonales, microvasculares y linfáticos que pueden ser en parte responsables del desarrollo del lipedema.
Se clasifica, según la distribución de la grasa en cinco tipos y, según la gravedad de la enfermedad, en cuatro etapas. El diagnóstico es eminentemente clínico y se debe diferenciar de otras patologías que producen aumento de volumen de las extremidades, especialmente el linfedema y obesidad. Es importante realizar un estudio funcional del sistema linfático cuando el diagnóstico es dudoso o para la etapificación del lipedema, por lo que la correcta interpretación de estos resultados es fundamental. El tratamiento está enfocado en disminuir la discapacidad y evitar la progresión, con el fin de mejorar la calidad de vida.
Actualmente, la liposucción es un tratamiento efectivo para el lipedema, sin embargo, las técnicas empleadas para la lipectomía en el lipedema son diferentes a las técnicas utilizadas para la liposucción con fines estéticos. Las técnicas selectivas que respetan los vasos linfáticos tienen mejor rendimiento para reducir el volumen de grasa, retrasar la progresión, reducir el dolor, reducir la alteración marcha y mejorar la calidad de vida en estos pacientes.
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