La búsqueda de la felicidad es una aspiración humana universal que ha intrigado a filósofos, psicólogos y personas comunes a lo largo de la historia. En la era de la información, la propagación de consejos y estrategias para alcanzar este estado emocional deseado ha adquirido una dimensión sin precedentes gracias a los medios de comunicación y la tecnología. A menudo, las recomendaciones que se escuchan en programas de televisión, se leen en revistas o se encuentran en línea se convierten en pilares sobre los cuales muchos basan sus intentos de encontrar la felicidad. Pero, ¿cuántas de estas sugerencias están respaldadas por pruebas sólidas?
La frase «cómo ser feliz» supera en búsquedas a «cómo hacerse rico» en Google, lo que refleja la importancia que la sociedad concede a la felicidad en comparación con la riqueza material. Ante esta realidad, investigadores psicólogos canadienses decidieron emprender una rigurosa revisión sistemática para evaluar la base científica detrás de las estrategias de felicidad más populares.[1]
Las cinco estrategias más recomendadas para fomentar la felicidad son: expresar gratitud, mejorar la sociabilidad, hacer ejercicio, practicar la atención plena y aumentar el contacto con la naturaleza. Estas recomendaciones resuenan en muchas personas y se presentan como pasos concretos para mejorar el bienestar subjetivo. Sin embargo, la pregunta crucial radica en si estas estrategias cuentan con evidencia científica sólida que respalde sus efectos positivos.
Para abordar esta interrogante, los psicólogos realizaron una exhaustiva búsqueda y análisis de la literatura científica disponible. Se enfocaron en evaluar la calidad metodológica de los estudios y en identificar investigaciones previamente registradas que examinaran los impactos de estas estrategias en diversos aspectos del bienestar subjetivo, como el afecto positivo, el afecto negativo y la satisfacción con la vida. La inclusión de investigaciones con un enfoque riguroso y un registro previo detallado de los proyectos contribuye a mitigar el riesgo de resultados inexactos o sesgados.
Los resultados obtenidos fueron reveladores. De los 532 estudios examinados, únicamente cuatro cumplían con los criterios de robustez metodológica. Estos cuatro estudios se centraron en los beneficios de expresar gratitud y en la mejora de las interacciones sociales. Por otro lado, no se encontraron estudios suficientemente sólidos en relación con la práctica de la atención plena, el ejercicio físico y el contacto con la naturaleza.
En contraste con la falta de pruebas sólidas que respalden algunas de las estrategias más populares, se puede señalar el estudio longitudinal de Harvard sobre el Desarrollo Adulto. Este estudio de 85 años de duración involucró a más de 2,000 personas y destacó la importancia del cuidado de la salud y la construcción de relaciones fuertes con los demás como factores que se correlacionan con la felicidad.
La conclusión de la revisión sistemática es que, aunque expresar gratitud y mejorar las interacciones sociales parecen tener algún respaldo empírico, las estrategias de atención plena, ejercicio y conexión con la naturaleza carecen de evidencia científica sólida en este momento. Sin embargo, esto no significa que deban descartarse por completo, ya que muchas personas encuentran satisfacción y bienestar al practicar estas actividades.
En última instancia, la búsqueda de la felicidad es un camino personal y único para cada individuo. Mientras que la evidencia científica es esencial para fundamentar recomendaciones y estrategias, no debemos subestimar el poder de la intuición y la experiencia personal. Las estrategias que pueden carecer de respaldo científico sólido aún pueden tener un impacto positivo en la vida de las personas, y la investigación continúa evolucionando para arrojar luz sobre estas cuestiones fundamentales de la experiencia humana.
Fuente consultada: MedSpace