Los factores para padecer una crisis de ansiedad son múltiples: una predisposición genética, el medio socio-ambiental y un suceso estresante o desencadenante. Síntomas de alarma para tener en cuenta y qué hacer mientras dure el episodio.

El ataque de pánico es una patología que presenta síntomas físicos: la persona experimenta la sensación de estar cerca de la muerte, o la locura, sufre taquicardia, falta de respiración, ahogo, entre otros efectos. De hecho, muchos dicen experimentar un fuerte dolor en el pecho similar al que se asocia con un infarto. Sin embargo, ni la muerte, ni el infarto ocurren.

Por lo general, el primer episodio de pánico no se olvida jamás, a partir de allí es normal que el que lo sufrió tenga la sensación de que pronto volverá a ocurrirle. Y ése es el comienzo de un círculo vicioso, del que sólo puede salirse con ayuda profesional.

«Quienes tienen ataques de pánico no pueden quedarse solos, porque a partir de que viven el primer ataque, su conducta cambia completamente; evita lugares donde sufrió la crisis, procura no realizar la acción que realizaba al momento de manifestarse el pánico; en fin, su conducta se ve limitada y la vida del paciente se restringe hasta el aislamiento». Una destacada especialista (MN 18627) explicó que «esta tipología en particular de trastornos de ansiedad, suele avanzar rápidamente y tiene consecuencias graves».

Quienes tienen ataques de pánico no pueden quedarse solos, porque a partir de que viven el primer ataque, su conducta cambia completamente y la vida del paciente se restringe hasta el aislamiento.

«Se debe intentar un contacto con la realidad que sea lo más firme posible; y no dejarse guiar por pensamientos, fantasías y temores. Hay que tratar de tener un pensamiento lo más realista posible, y contrastar ese pensamiento con la realidad».

«Se sabe que el panic attack es cada vez más frecuente. La mayoría de los pacientes que sufren este trastorno padecen también agorafobia o miedo a los espacios abiertos», precisó la especialista en trastornos de ansiedad.

Las causas

El trastorno de pánico se instala cuando se repiten dos o más crisis, y la vida del sujeto comienza a verse restringida.

Según la especialista, «los factores para padecer una crisis de pánico son múltiples: siempre hay una predisposición genética (factores hereditarios), el medio socio-ambiental de tipo ansioso (sus cuidadores o padres han sido ansiosos, temerosos o sobreprotectores) y un suceso estresante o desencadenante».

Estos sucesos pueden ser tan comunes y cotidianos como una situación de estrés, una mudanza, un parto, enfermedad o muerte de seres queridos, migración, accidentes, cambio laboral o desempleo, divorcio o separación, entre muchos otros.

Sin embargo, aclaró que «el trastorno de pánico se instala cuando se han repetido dos o más crisis, y la vida del sujeto comienza a verse restringida (no efectúa sus actividades habituales, o las hace, pero acompañado, por temor a volver a padecer una crisis y no disponer de ayuda o posibilidad de escape en ese momento)».

Los síntomas

El ataque de pánico se presenta de forma brusca y alcanza su máxima intensidad a los diez minutos de haber comenzado.

Palpitaciones, sudoración, temblores o sacudidas musculares, sensación de ahogo o falta de aire, sensación de atragantamiento, opresión en el pecho, náuseas, malestar o molestias gastrointestinales, inestabilidad, mareos o sensación de desmayo, sensación de irrealidad, miedo a perder el control, a volverse loco, a morir, sensación de hormigueo, escalofríos o sofocaciones, etc. «Estos son sólo algunos de los síntomas que nos alertan de una crisis de pánico, la que se presenta de forma brusca, alcanzando su máxima intensidad a los diez minutos de haber comenzado», puntualizó.

«Todo puede desencadenarse cuando estamos tranquilos, manejando, mirando televisión o simplemente dando un agradable paseo. De pronto, comenzamos a sentir palpitaciones, como si el corazón fuera a salirse del pecho, sentimos un inmenso temor a morir o a enloquecer, desesperación, necesidad de escapar -ejemplificó-. Notamos que nos cuesta respirar y un mareo nos hace pensar que podríamos desvanecernos. Quedamos paralizados por el miedo sin poder comprender lo que ocurre, pero algo nos queda claro: sentimos que estamos en peligro».

Cuando todo esto sucede, se está frente a una «crisis de pánico», la cual jamás podrá olvidarse.

Cabe destacar que si el trastorno de pánico no es tratado adecuadamente, la persona restringirá más cada vez más sus actividades fuera de la casa hasta casi permanecer todo el tiempo dentro de ella.

Es así como la enfermedad evoluciona tomando y anulando diversas áreas de la vida de la persona: vida personal (dificultades familiares debido a la dependencia, divorcio frecuente), laboral y/o académico (por la incapacidad de traslado y el temor a permanecer en el lugar de trabajo o estudio donde se teme padecer una crisis), física (dada la altísima cantidad de interconsultas médicas y la falta de actividad física por el encierro), emocional (el estilo de vida se empobreció tanto que el individuo se termina deprimiendo) y social (dado el temor a padecer la crisis y que los demás lo noten, se dejan de frecuentar amistades y de asistir a eventos sociales).

«Es importante destacar que cuanto antes se recurra a la consulta y se comience el tratamiento, más rápido se detiene la evolución y se procede a la recuperación ya que un paciente adecuadamente tratado por un profesional especializado en la materia debería retornar a su vida habitual alrededor del tercer mes de tratamiento», aseguró Martínez Castro.

El tratamiento

Cuanto antes se recurra a la consulta y se comience el tratamiento, más rápido se detiene la evolución

Se trata de una enfermedad de un tratamiento específico: psicoterapia cognitivo-conductual y medicación psiquiátrica, dirigido por expertos en el tema.

«En un paciente colaborador con el tratamiento, con una sesión semanal se puede llegar al alta en el término de los cuatro a seis meses de tratamiento correctamente implementado, y así retomar sus actividades habituales, sin restricción alguna, prescindiendo de tratamiento y medicación en ese período».

infobae.com

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