Investigadores estadounidenses trabajan en un tratamiento térmico, capaz de cambiar el bisturí por una aguja.
Cuando aparece un cáncer de riñón, la extirpación quirúrgica del órgano con frecuencia es la medida estándar. Pero una nueva investigación respalda un método no quirúrgico para algunos pacientes: usar una aguja para aplicar calor o frío a los tumores renales.
El procedimiento (conocido como ablación percutánea) no es aplicable a todos los pacientes con cáncer de riñón. Pero para un grupo «muy selecto» con unos tumores pequeños (con un diámetro menor de 4 centímetros), podría resultar en una supervivencia a largo plazo equivalente a la de la cirugía, con 5 veces menos complicaciones, encontró el estudio.
Eso significa «menos complicaciones y menos insuficiencia renal crónica» para los pacientes que se someten al procedimiento, dijo un equipo dirigido por el Dr. Adam Talenfeld, del Colegio Médico Weill Cornell, de la ciudad de Nueva York.
Los investigadores publicaron los hallazgos en la edición de 25 de junio de la revista Annals of Internal Medicine, según recoge la publicación especializada HealthDay News.
Un especialista en el cáncer de riñón que no participó en el estudio dijo que las opciones de tratamiento siguen evolucionando.
«El tratamiento del cáncer de riñón ha experimentado unos cambios revolucionarios, desde los días de la incisión abierta hasta la extirpación laparoscópica y robótica, lo que permite una mejor recuperación y preservación de la función renal», explicó el Dr. Louis Kavoussi, director de urología en Northwell Health en New Hyde Park, Nueva York.
Pero dijo que con respecto al uso con éxito de la ablación, «los tumores deben ser menores de 3 centímetros [un poco más de una pulgada] y estar en un lugar que no esté cercano a otro órgano, ya que la energía para destruir el tumor puede provocar lesiones en otros lugares».
En el nuevo estudio, el grupo de Talenfeld dio seguimiento a las complicaciones posteriores al procedimiento y los resultados a los 5 años de más de 4,300 pacientes a los que se había diagnosticado un cáncer de riñón en etapa inicial, con tumores de menos de 4 centímetros de ancho. Los pacientes tenían una edad promedio de 66 años.
Los investigadores encontraron que los pacientes tenían una supervivencia general al cáncer de riñón a 5 años parecida si se sometían a una cirugía para extirpar una parte del riñón (una supervivencia del 98 por ciento) o a una ablación (un 95 por ciento). Las probabilidades de sobrevivir al cáncer de riñón después de 5 años eran altas de forma similar cuando se comparó la ablación con la extirpación completa del riñón.
Cuando los investigadores examinaron las muertes por cualquier causa, la supervivencia a 5 años fue algo mayor para los pacientes que se sometieron a la cirugía (un 86 por ciento) que para los de la ablación (el 77 por ciento).
Pero quizá haya un beneficio en el caso de la ablación en cuanto a la calidad de vida: las personas a las que se realizó el procedimiento tenían más probabilidades de mantener una buena función renal que las que se sometieron a la cirugía, indicó el equipo de investigación.
Además, la tasa de complicaciones durante el mes siguiente después del tratamiento fue mucho más alta para los pacientes que se sometieron a la cirugía (aproximadamente el 30 por ciento) que para los que se sometieron a la ablación (el 6 por ciento).
El grupo de Talenfeld enfatizó que la superioridad de la ablación podría aplicar solo a los pacientes con tumores más pequeños, y quizá no aplique a los pacientes más jóvenes.
«Esto limita de alguna manera quién podría ser un candidato», dijo Kavoussi. Y enfatizó que «para hacer la ablación adecuadamente, debe haber un equipo experimentado y de colaboración de urólogos y radiólogos trabajando juntos».
La Dr. Maria DeVita, directora del programa de capacitación en nefrología del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York, dijo que antes del nuevo estudio había «pocos datos sobre la seguridad y los resultados de la ablación» para el cáncer de riñón.
Así que «se trata de un respaldo muy necesario que da la seguridad a los médicos de que los pacientes que se sometan a la ablación no van a sufrir daños», dijo DeVita, que no participó en la investigación. Añadió que especialmente para los pacientes ancianos, cualquier cosa que pueda hacerse para preservar incluso parcialmente la función renal puede ayudar a evitar una posible insuficiencia renal letal.