La neuritis intercostal es una patología común y tratable, pero que provoca síntomas molestos que obligan al paciente a acudir a consulta.
Los nervios son estructuras que, a pesar de contar con varias capas de tejido protector a su alrededor, son susceptibles de daño constante producido por compresión, traumatismos o infecciones.
Aquellos ubicados en los espacios intercostales son especialmente susceptibles de ello, principalmente debido a su ubicación superficial.
La neuritis intercostal generalmente es causada por infecciones virales y se caracteriza principalmente por dolor que presenta unas características particulares, las cuales sirven para hacer diagnóstico diferencial y definitivo por parte del médico. Los aspectos básicos de esta condición son tratados a continuación.
¿Qué son los nervios intercostales?
Son un conjunto de estructuras nerviosas que se disponen en los espacios intercostales de la cavidad torácica. Son bilaterales (uno de cada lado por cada espacio) y se encuentran acompañados de los músculos intercostales (externo, medio e interno) y el “paquete vascular” intercostal, formado por la arteria y vena intercostal.
¿Cuál es la causa de la neuritis intercostal?
Generalmente se asocia a infecciones virales (producidas por el virus herpes) aunque también existen otros factores que pueden desencadenar neuralgia intercostal (es decir, dolor) con un proceso inflamatorio más discreto.
Entre estas se encuentran los traumatismos y procedimientos invasivos como intervenciones quirúrgicas.
¿Qué tan común es esta condición?
Se trata de un padecimiento común en la población, independientemente de la ubicación geográfica. Cuando la causa se atribuye a una infección viral, hay ciertos elementos que predisponen a la enfermedad, como el estrés (psicológico o inducido por intervenciones quirúrgicas, por ejemplo) e inmunodepresión (medicamentosa o debido a una patología de base).
¿Cuáles son los síntomas?
La manifestación clínica principal de la neuritis intercostal es el dolor, el cual se caracteriza por ser urente (sensación de quemazón) o lacerante (punzante).
Aunque puede aparecer en reposo, la sensación generalmente se exacerba con los movimientos respiratorios. Pueden asociarse algunos trastornos como entumecimiento y una sensación opresiva anormal.
Además, podrían evidenciarse otros signos inflamatorios como enrojecimiento de la piel, aunque estos no siempre son evidentes a simple vista considerando el pequeño tamaño de los nervios afectados.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
Identificar esta enfermedad es un proceso principalmente clínico, por lo que la información proporcionada por el paciente junto con los hallazgos al examen físico son elementos suficientes para realizar el diagnóstico.
A pesar de que existen estudios de imagen complementarios que sirven para detectar otras causas que expliquen los síntomas, un cuadro clínico compatible con neuritis intercostal hace innecesario el uso de estos métodos.
Estos se reservan para los momentos en los que existan casos refractarios a tratamiento o evoluciones atípicas.
¿Cuáles son los diagnósticos diferenciales?
Solo en muy contadas ocasiones, es posible que la causa real del dolor no sea debido a una neuritis intercostal, sino a otras patologías subyacentes de gravedad variable. Estas generalmente son descubiertas mediante un examen físico detallado o exámenes complementarios, cuando se presenta algún signo de alerta.
Las fracturas y el dolor pleural (debido al daño de la pleura, una capa de tejido blando que rodea a los pulmones) son algunos de los diagnósticos diferenciales más frecuentes. Estos pueden descartarse mediante una correcta entrevista, un examen físico torácico adecuado y una radiografía simple de tórax.
¿Cuál es el tratamiento?
Depende de cada paciente, aunque el esquema terapéutico suele incluir antiinflamatorios, anestésicos locales (como lidocaína) y medicamentos anticonvulsivantes (no porque haya riesgo de convulsiones, sino porque ejercen cierto efecto sobre la actividad de los nervios periféricos).
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