Un estudio reciente, realizado por más de un centenar de hospitales en España e Italia, ha revelado que los betabloqueantes, prescritos durante décadas después de un infarto, no aportan beneficios a la mayoría de quienes los toman tras un infarto no complicado. El ensayo clínico llamado REBOOT, coordinado por Borja Ibáñez (CNIC), involucra a 8.500 pacientes y ha sido presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología.

Resultados del ensayo REBOOT

  • En pacientes con infarto no complicado (70 % del total), los betabloqueantes no ofrecieron ningún beneficio.

  • En cambio, en aproximadamente el 20 % con afectación cardíaca moderada, sí hubo un posible efecto positivo.

  • Lo más preocupante: en mujeres, los betabloqueantes aumentaron el riesgo combinado de muerte, reinfarto o ingreso por insuficiencia cardíaca en un 45 %. Se pasó de 2 a 3 eventos por cada 100 mujeres tratadas por año.

  • Se estima que en España existen 1,2 millones de personas que toman estos medicamentos a diario de forma innecesaria, exponiéndose a efectos secundarios como fatiga, bradicardia o disminución del deseo sexual.

¿Por qué este cambio?

Ibáñez explica que los betabloqueantes fueron útiles en el tratamiento del infarto hasta la introducción masiva de los stents coronarios alrededor de 2005. Con esta práctica, muchos pacientes recuperan la capacidad de bombeo cardíaco sin complicaciones, lo que modifica el balance riesgo-beneficio del fármaco.

Repercusiones urgentes

  • Los resultados aparecen simultáneamente en The New England Journal of Medicine, The Lancet y European Heart Journal, lo cual subraya su impacto científico.

  • Estos hallazgos podrían llevar a un cambio radical en las guías clínicas internacionales, eliminando el uso sistemático de betabloqueantes tras un infarto no complicado.

  • Además, liberaría prescripción para tratamientos más adecuados en casos de hipertensión, insuficiencia cardíaca u otras comorbilidades.

La era del “betabloqueante postinfarto” podría estar llegando a su fin. Este ensayo demuestra que el fármaco no solo es innecesario en la mayoría de sobrevivientes de infarto no complicado, sino que puede ser detrimental para las mujeres. Es hora de una revisión seria —y urgente— del protocolo clínico convencional.

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