¿Quién no ha notado alguna vez que le molesta la luz? Esta situación llevada al extremo es lo que se denomina fotofobia, y se trata de un síntoma que no tiene por qué estar asociado a ninguna enfermedad.

Cuando la luz llega al globo ocular pasa a través de la córnea, que es la capa transparente que se encuentra en la superficie ocular, luego atraviesa la pupila y el cristalino y, por último, llega a la retina. Cualquier alteración en este sistema óptico puede ocasionar que nos moleste la iluminación del ambiente.

La superficie ocular

En el caso de la superficie ocular se pueden dar lesiones de origen traumático, infeccioso o inflamatorio que producen este reflejo que obliga a cerrar los párpados ante la luz.

  • Un ejemplo frecuente de traumatismo sería algo tan sencillo como una exposición prolongada al sol sin la protección adecuada. En este caso se puede producir la queratitis actínica, que provoca pequeñas heridas en la córnea cuya consecuencia es la desagradable sensación de fotofobia. Una solución para evitar esta situación sería el uso de unas gafas de sol.

Llevar lentes de contacto más horas de las recomendadas también puede provocar un efecto similar.

  • Como enfermedad representativa de infección podríamos considerar la queratitis herpética que causa lesiones en la superficie de la córnea y que, además de fotofobia, causa dolor.
  • Por último, las conjuntivitis víricas además de ser cuadros tremendamente pesados por su agresividad y su lentitud, de unos 15 días de duración, pueden causar una complicación más: la aparición de unas manchas en la córnea que pueden provocar la fotofobia. Por fortuna es una situación reversible y tratable, aunque su cura puede durar en torno al año.

Iris y pupila

En el centro del iris, tejido que da el color de nuestros ojos, está la pupila y existen algunas patologías que pueden causar el síntoma. De nuevo los traumatismos, infecciones o inflamaciones pueden ser la causa:

  • En el caso de traumatismos graves con penetración del globo ocular puede darse una afectación del iris que cause rotura del mismo. En estos casos se pueden dar alteraciones en la forma de la pupila así como agujeros en el iris que provocan una entrada anómala de la luz. En estos casos se pueden realizar reconstrucciones o incluso se pueden emplear iris artificiales.
  • En el caso de traumatismos contusos sin penetración del globo, como por ejemplo por impacto de pelotas de tenis, podemos observar que la pupila puede quedarse permanentemente dilatada provocando una entrada masiva de luz.
  • Inflamaciones e infecciones también nos pueden hacer sentir fotofobia. Estos casos suelen ser desde uveítis hasta patologías de las vías ópticas. Su tratamiento depende de la causa.
  • Es importante tener en cuenta que aquellos que tienen una pigmentación clara del iris pueden manifestar este síntoma sin que sea patológico.

El cristalino y el vítreo

El cristalino puede ser también uno de los responsables de la fotofobia, principalmente porque con el paso de los años se hace opaco. Aunque el cristalino es un tejido transparente, a medida que pasan los años pierde esta propiedad y aparece la catarata.

Existen diferentes tipos de catarata y además producen gran variedad de síntomas como pérdida de visión o el deslumbramiento. Su tratamiento es la cirugía de catarata.

Con respecto al vítreo, que es el líquido que rellena el ojo, podemos decir que dada su naturaleza transparente, una pérdida de él podría darnos este síntoma, pero del mismo modo que sucede con la retina, su patología suele dar otras molestias.

¿Cuál es el tratamiento para la fotofobia?

En general el tratamiento de la fotofobia está relacionado con la causa que la provoca; el uso de gafas con cristales para el sol u otros filtros es el procedimiento más común.

Dr. José Lamarca

barraquer.com

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