Un estudio reciente ha destacado dos biomarcadores inéditos que podrían mejorar la detección temprana de la diabetes tipo 2: se trata de los ácidos grasos de cadena corta, butirato e isobutirato, producidos por la microbiota intestinal a partir de fibra dietética.
¿En qué consiste el hallazgo?
El análisis incluyó muestras de sangre de 2.900 personas, entre las que más de 650 ya tenían diabetes tipo 2 al inicio del estudio y más de 2.200 no la tenían.
Se midieron mediante cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas los niveles circulantes de diversos ácidos grasos de cadena corta.
Se observó que niveles elevados de butirato e isobutirato al inicio se asociaron con mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 durante el seguimiento, incluso después de ajustar por factores como obesidad, hipertensión o antecedentes familiares.
Relación con la dieta y la fibra
Aunque el consumo de fibra y la adherencia a la dieta mediterránea se vincularon con niveles más altos de estos ácidos, no reducían directamente el riesgo de diabetes en el análisis global del estudio.
Un subanálisis mostró que, excluyendo a quienes ya tenían prediabetes, sí se observó un menor riesgo cuando la dieta rica en fibra estaba presente—coincidiendo con evidencia previa en nutrición clínica.
Limitaciones y consideraciones
Aunque estos marcadores están asociados al riesgo, no mejoran significativamente la predicción clínica respecto a factores tradicionales como edad, IMC o antecedentes familiares.
El estudio no contó con evaluaciones intermedias durante el seguimiento y no analizó la microbiota intestinal directamente, por lo que no fue posible identificar bacterias específicas vinculadas a la producción de estos ácidos.
¿Qué se puede concluir?
La detección temprana de butirato e isobutirato ofrece nueva luz sobre el papel del metabolismo intestinal en el desarrollo de la diabetes tipo 2.
No se propone su uso inmediato como herramienta clínica, pero refuerza la importancia de la dieta rica en fibra para la salud metabólica preventiva.
Este enfoque subraya la relación compleja entre microbiota, alimentación y riesgo metabólico.