Hoy en día nacen más niños por cesárea, una intervención que bien realizada deja una cicatriz prácticamente imperceptible por encima del pubis, justo donde comienza el vello, y que no suele generar ningún complejo porque se disimula fácilmente. El problema surge cuando la operación se realiza de urgencia y el cirujano realiza la incisión y cose sin tener en cuenta las consecuencias estéticas. Hoy, los avances en la cirugía estética y reparadora permiten reparar los daños de las “prisas” en el quirófano.

Uno de los principales motivos por lo que las mujeres dejan de usar el bikini es una cicatriz de cesárea mal realizada que se ejecuta desde hace décadas por la vía suprapúbica, dejando una marca horizontal sobre el pubis, fácil de camuflar con la ropa interior o el bikini y que además suele coincidir, si la incisión se ha planificado correctamente, con un pliegue natural sobre el pubis. Sin embargo, al tratarse de una intervención urgente es frecuente que esa cicatriz quede adherida, ensanchada, con marcas de sutura visibles y con un exceso de piel a modo de pequeño faldón sobre la cicatriz. A esta huella se la define frecuentemente como “hachazo”. ¿La buena noticia? Puede corregirse quirúrgicamente.

Técnicamente, la intervención que elimina esta huella de la maternidad, consiste en extirpar la cicatriz previa, realizar una disección de los tejidos de alrededor y una sutura por planos. Esta cirugía puede realizarse como una miniabdominoplastia ,si queremos extirpar algo de piel sobrante, o como una abdominoplastia completa si hay que ajustar tejidos de todo el abdomen y combatir la flacidez.

Más del 35 % de las mujeres que han tenido un parto presentan lo que se conoce como diástasis de los rectos abdominales, separación de los músculos que suelen dejar una oquedad muy antiestética. Ésta puede venir también acompañada de cierta flacidez de la piel. En estos casos se requiere una cirugía más completa que consistiría en extirpar la cicatriz previa de cesárea, realizar una abdominoplastia o miniabdominoplastia, y eventualmente plicatura de la fascia de los rectos –volverlos a posicionar en su lugar– en caso de que haya diástasis o de una liposucción en caso de encontrar alguna zona con acúmulos grasos.

Algunas mujeres presentan cicatrices verticales de otras intervenciones que se extienden desde el ombligo hasta el pubis. Estas cicatrices crean un mal aspecto estético al abdomen, que va empeorando con el paso de los años. Estos casos se pueden mejorar rehaciendo la cicatriz en quirófano por un cirujano plástico y siguiendo un tratamiento específico postoperatorio. Para que cure correctamente hay que protegerla del sol mediante cremas protectoras durante el primer año, ocasionalmente utilizar láminas de silicona para ayudar a que se aplanen y, sobre todo, esperar. En un par de años si la cirugía se ha realizado correctamente, y se han cuidado las heridas, éstas son imperceptibles.

Este tipo de intervenciones deben ser realizadas por un especialista en Cirugía Estética, Plástica y Reparadora, que cuente con la formación necesaria y obligatoria para este tipo de procedimientos.

La intervención requiere anestesia general y hospitalización. Dependiendo de la envergadura del procedimiento el postoperatorio varía de 7 a 10 días. Está indicada para todas aquellas mujeres que presentan separación de los músculos abdominales (diástasis) provocada por la gestación o que tengan una cicatriz vertical de cesárea. Y por supuesto, si no se prevé un nuevo embarazo. Mujeres con diástasis abdominal y mujeres con cicatriz vertical de cesárea. Mujeres que no prevean tener más embarazos.

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