Casi todas las pacientes de este tipo de linfoma tuvieron prótesis mamarias de superficie texturizada. Los casos son pocos, pero las autoridades de salud piden no descuidar el cuidado de este procedimiento.
Los implantes de seno, ya sea por cuestiones estéticas o de reconstrucción, son una de las cirugías plásticas más populares. Aunque es un procedimiento muy seguro, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), creyó conveniente advertir que existe una posible relación entre un tipo de cáncer llamado linfoma anaplásico de células grandes (LACG) y algunos implantes mamarios, tras reportar nueve muertes atribuidas a esta enfermedad.
El número de casos de este raro tumor es mínimo. Desde 2011 que fue descubierto y hasta hace dos meses, había evidencia de 359 en todo el mundo. Según estimó la Therapeutic Goods Administration (TGA), el riesgo de desarrollar LACG está entre 1 caso de cada 1.000 y 1 caso de cada 10.000 mujeres con implantes de mama. Por su parte, también se evidenció mayor riesgo en las pacientes con prótesis de superficie texturizada. Según datos de la BBC, “de los 359 casos solo 231 incluían información sobre la superficie del implante; de ellos, 203 eran texturados o rugosos y 28 lisos”.
Los implantes texturizados empezaron a ser utilizados porque su estructura en forma de gota permiten un efecto más natural. Estos se adhieren más al tejido, lo que hace que se muevan menos y no roten. Aún no se tiene muy claro por qué estas prótesis presentan el problema, pero se sospecha que es más fácil que a estos implantes se “peguen” bacterias que terminan por formar un revestimiento que estimula el sistema inmunológico y puede provocar una inflamación; esto, con el tiempo podría originar un linfoma.
Generalmente, si esta tumor se trata a tiempo, tiene una alta tasa de curación. El problema es que en muchas ocasiones el diagnóstico llega tarde porque suele confundirse con otras patologías. Sin embargo, prestar atención a síntomas como dolor de senos, inflamación, acumulación de líquido, nódulos, bultos y asimetría en las mamas, que indican que algo no anda bien con los implantes, puede llevar a una consulta más rápida.
Este tumor se detecta a través de un ultrasonido para extraer el líquido linfático del pecho y analizarlo en una sustancia CD30, que ayuda a descubrir el linfoma. La FDA ya ha diseñado un protocolo en caso de demostrarse la presencia de este cáncer. Indican que lo primero que se debe hacer es retirar ambos implantes, así el problema solo se presente con un seno y quitar las cápsulas de tejido de cicatrización que se forman alrededor de las prótesis. Con este procedimiento, en la mayoría de los casos, el linfoma se elimina y el cáncer se frena.
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En los casos en los que el tumor ya se ha extendido, las pacientes deben ser tratadas con quimioterapia o sesiones de radioterapia, según lo indique el médico tratante. Sin embargo, según indica Denise Grady en The New York Times, “los médicos informan que en cerca del 85 por ciento de los casos la enfermedad no se ha extendido más allá del tejido que rodea el implante y al parecer basta con la cirugía para curarla”. Incluso, algunas mujeres optan por nuevos implantes.
Buena parte de los casos del LACG se presentaron entre seis y ocho años después de puestas las prótesis. En todo caso, la FDA recomienda que así no se presenten síntomas lo mejor es seguir con disciplina los controles y mantener el cuidado de rutina. Esta incluye mamografías para hacer seguimiento a los implantes y escáner por resonancia magnética con el fin de detectar cualquier rotura o anomalía con las prótesis.
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