Los incendios forestales no solo devoran bosques: también amenazan la salud pública. En niños, los efectos del humo pueden ser más agudos y duraderos. Un reciente artículo de Univadis destaca este problema, señalando tanto los daños inmediatos como las posibles repercusiones futuras en los menores.
¿Qué contiene el humo de un incendio forestal?
El humo generado por incendios forestales es una mezcla compleja que puede incluir:
Partículas finas (PM₂.₅ y PM₁₀), capaces de penetrar los pulmones y pasar al torrente sanguíneo.
Gases irritantes como monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles y otros contaminantes químicos.
Efectos inmediatos en la salud infantil
Los menores son particularmente vulnerables. Entre los efectos más frecuentes están:
Irritación de ojos, nariz y garganta.
Tos, sibilancias y dificultad para respirar.
Exacerbación de asma o de enfermedad pulmonar previa.
Alteraciones de la respiración que pueden llevar a hospitalizaciones si la exposición es intensa.
Efectos a mediano y largo plazo
El humo no solo daña al inhalarse: sus consecuencias pueden prolongarse:
Disminución de la función pulmonar, más marcada en quienes han tenido exposiciones repetidas.
Mayor riesgo de enfermedades respiratorias crónicas como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Efectos cardiovasculares potenciales: aumento del riesgo de infarto, derrame cerebral y otros eventos en personas vulnerables.
Impactos en el embarazo: mayor probabilidad de parto prematuro y bajo peso al nacer si la madre está expuesta al humo.
Grupos de mayor riesgo
Los más afectados por el humo de incendios forestales incluyen:
Niños pequeños, pues sus pulmones aún no están completamente desarrollados.
Personas mayores.
Quienes tienen enfermedades respiratorias o cardíacas previas, como asma, EPOC, insuficiencia cardíaca.
Embarazadas, por los riesgos para el feto.
Qué hacer para protegerse
Algunas medidas prácticas cuando hay humo en el ambiente:
Mantenerse en interiores con ventanas cerradas.
Usar purificadores de aire si están disponibles.
Usar mascarillas filtrantes adecuadas (tipo N95) si se debe salir.
Evitar actividades físicas intensas al aire libre.
Observar síntomas respiratorios crecientes (tos, falta de aire, sibilancias) y acudir al médico si empeoran.
Al regresar a zonas afectadas por incendio, asegurarse de que la casa esté limpia de cenizas y residuos, y verificar que hay aire limpio.
El humo de incendios forestales representa un serio peligro para la salud, y mucho más en niños. Los efectos oscilan desde irritaciones leves hasta complicaciones pulmonares crónicas y riesgos cardiovasculares. Con el cambio climático aumentando la frecuencia e intensidad de incendios, estas amenazas están creciendo. Ser conscientes, adoptar medidas preventivas y proteger a los más vulnerables son pasos claves para minimizar daños.