Sabemos que los músculos y tejidos conectivos del suelo pélvico son el soporte de la vejiga. Sin embargo, cuando se presenta un debilitamiento de esta zona, los órganos cambian de posición y pueden llegar a caer sobre el canal vaginal. Es así, como el cistocele o vejiga caída, afecta a mujeres que han tenido varios partos o presentan una disminución importante de estrógenos.
De esta misma manera, podemos anotar que la pared fibromuscular que separa la vejiga del canal vaginal, puede perder fuerza por múltiples razones; estreñimiento crónico, alteraciones congénitas, trauma por agresión sexual, histerectomía u obesidad; permitiendo que el peso de los órganos que se encuentran en la parte superior sufra un prolapso, que los lleve a generar molestias y presión en la zona pélvica.1
El cistocele afecta la calidad de vida
Sobre todo, porque a raíz de que la vejiga desciende, se aumenta la presión pélvica, generando problemas con la micción. Tanto así, que se puede presentar incontinencia urinaria, dificultad de vaciado, urgencia al orinar, debilitamiento del flujo de orina y contención de ella. Lo que hace que se sienta dolor, a la vez, que favorece la presencia de bacterias, llegando a desarrollar infecciones urinarias.
Es así, que ante síntomas como sentir un peso a nivel vaginal, tener relaciones sexuales dolorosas o presentar problemas en la micción, se hace necesario buscar orientación profesional. Especialmente, para evitar que la enfermedad avance hasta grado III, donde la vejiga sale en forma parcial del cuerpo por la vagina o al grado IV donde además se produce el aflojamiento del útero y el recto.
Por lo tanto, la consulta médica requiere celeridad en el proceso. De ahí, que el urólogo o ginecólogo, indique un análisis de orina para detectar infecciones. Pero, además, se apoye en pruebas como la tomografía axial, la cistografía y el estudio urodinámico, para comprobar la ubicación de la vejiga y el mecanismo de vaciado. De tal forma, que se pueda crear un cuadro clínico ajustado, con un tratamiento adecuado.
¿Qué se puede hacer?
En realidad, el cistocele o caída de la vejiga, puede prevenirse realizando ejercicios para fortalecer la musculatura y tejidos de la zona pélvica. Sobre todo, después del parto y antes de la menopausia, cuando los niveles de estrógenos van en descenso. Asimismo, conservar un peso saludable, no levantar objetos pesados y mantener a raya el estreñimiento, son estrategias de gran valor.3
Conjuntamente, cuando el prolapso es leve, es posible insertar un pequeño dispositivo de silicona en la vagina, de tal manera que la vejiga conserve su lugar. También, se usa la electroestimulación, para fortalecer el suelo pélvico y tonificar los tejidos. Sin embargo, cuando el cistocele es grave, la mejor opción es la intervención quirúrgica, colocando una malla de soporte o bandas de polipropileno, para mantener todo en su lugar.
Como vemos el cistocele o caída de la vejiga, es frecuente en las mujeres, por la tensión constante que se presenta a raíz de los embarazos. Pero, también, por el debilitamiento del tono muscular generado por los bajos niveles de estrógenos, tras el envejecimiento. Sin embargo, prevenir, consultar y buscar mecanismos médicos para corregir esta enfermedad, es posible. Permitiendo paliar los síntomas y mejorar la forma en que se vive.
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