Tanto dormir demasiado como dormir muy poco pueden aumentar el riesgo de infección. La calidad y duración del sueño son importantes para mantener un sistema inmunológico saludable.
Un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Psychiatry ha demostrado que tanto dormir menos de seis horas como más de nueve horas pueden aumentar el riesgo de infecciones. Los efectos de un sueño deficiente se sienten tanto a corto como a largo plazo. El estudio se basó en encuestas realizadas en la sala de espera de los médicos de atención primaria en Noruega, recolectando 1,848 respuestas en general. Los encuestados que obtenían un sueño inadecuado eran más propensos a requerir antibióticos para combatir las infecciones. Las personas que informaron dormir más de nueve horas tenían un 44% más de probabilidades de informar una infección en comparación con las personas que dormían de 7 a 8 horas. Por otro lado, las personas que dormían menos de seis horas tenían un 27% más de probabilidades de informar una infección. Aunque la duración del sueño afectaba el riesgo de infección, los investigadores no encontraron ninguna conexión entre el riesgo y cuándo una persona disfrutaba de su sueño. No se sabe por qué los pacientes visitaron a sus médicos y si tenían alguna inquietud médica que pudiera haber influido en su sueño inadecuado.
Los científicos han entendido durante mucho tiempo que el sueño y nuestro sistema inmunológico están inextricablemente vinculados. El sueño es el momento para que el cuerpo se reinicie y se resguarde y para que el sistema inmunológico se refuerce. La falta de sueño también puede causar que el cuerpo libere más hormonas de estrés, como la adrenalina y la prostaglandina, que disminuyen los niveles de integrina, una molécula que ayuda a que las células T (parte de las células blancas de la sangre) se adhieran a las células infectadas por virus y las maten. La mala calidad y cantidad de sueño también puede influir en los niveles de inflamación en el cuerpo. Durante el sueño, el cuerpo libera ciertas citocinas que influyen en la respuesta inflamatoria del cuerpo. Cuando este proceso se interrumpe, se obstaculiza la capacidad del cuerpo para responder a la infección. La investigación muestra que el sueño deficiente conduce a una producción disminuida de anticuerpos para combatir las infecciones. En un estudio de participantes que recibieron una vacuna contra la hepatitis B, aquellos que dormían seis horas o menos produjeron menos anticuerpos y, en última instancia, estaban menos protegidos contra la enfermedad.
Además, la privación del sueño puede afectar la capacidad cognitiva, el estado de ánimo y la capacidad para realizar tareas cotidianas. Un estudio de 2017 publicado en el Journal of Sleep Research encontró que las personas que dormían menos de seis horas por noche durante una semana presentaban déficits cognitivos y disminución del estado de ánimo.
En general, dormir entre 7 y 8 horas por noche parece ser el tiempo adecuado para mantener un sistema inmunológico saludable. Dormir más de 9 horas por noche puede indicar la presencia de otros problemas de salud, como trastornos del sueño o enfermedades crónicas.
¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad y duración del sueño?
Afortunadamente, hay algunos pasos que se pueden seguir para mejorar la calidad y duración del sueño. Estos incluyen:
- Mantener una rutina de sueño regular: acostarse y levantarse a la misma hora todos los días puede ayudar a establecer un ritmo circadiano saludable.
- Crear un ambiente de sueño tranquilo y confortable: esto puede incluir ajustar la temperatura, la luz y el ruido en la habitación.
- Evitar las pantallas antes de acostarse: la luz azul emitida por las pantallas de dispositivos electrónicos puede afectar el ritmo circadiano y hacer que sea más difícil conciliar el sueño.
- Limitar la cafeína y el alcohol: estos pueden afectar negativamente la calidad del sueño.
- Practicar técnicas de relajación: esto puede incluir meditación, respiración profunda o estiramientos suaves antes de acostarse.
Buscar ayuda si se tiene problemas para conciliar el sueño o mantenerse dormido: esto puede incluir terapia cognitivo-conductual o tratamientos para trastornos del sueño, como la apnea del sueño.
En resumen, la investigación sugiere que tanto dormir demasiado como dormir muy poco pueden aumentar el riesgo de infección. La calidad y duración del sueño son importantes para mantener un sistema inmunológico saludable, y seguir algunas prácticas saludables de sueño puede ayudar a mejorar la calidad del sueño y reducir el riesgo de infección. Si se tienen problemas para dormir, se debe buscar ayuda médica para identificar cualquier problema subyacente y obtener tratamiento.
Fuente: healthline