El cerebro humano es un arma de doble filo, pues sin él no podríamos vivir, pero también puede convertirse en nuestro peor enemigo si no lo controlamos como es debido.
Como resultado, existen muchos síndromes curiosos que vale la pena conocer, no por lo peculiares que resultan, sino también porque saber de su existencia puede ayudarnos a detectarlos en las personas que nos rodean, entendiendo así que no se trata de locos, sino de víctimas de su propio cerebro que necesitan ayuda para poder llevar a cabo una vida normal.
Síndrome de Koro
Sin duda éste es uno de los síndromes más peculiares y poco conocidos de la lista, sobre todo porque curiosamente sólo suele darse entre hombres del este asiático, con muy pocos casos conocidos en el resto del mundo.
Suele ser exclusivo del sexo masculino, ya que consiste en la creencia de que el pene se está encogiendo progresivamente y que acabará desapareciendo totalmente, causando la muerte del afectado. Esto les lleva a querer alargárselo a la fuerza, pudiendo causarse heridas, desgarros y otras lesiones.
También puede darse en mujeres, que creen que ocurre en sus pezones, pero es algo muy poco frecuente. Sea como sea, es importante frenarlo a tiempo, ya que se extiende como la pólvora, causando verdaderas epidemias, como las que tuvieron lugar en Singapur, Tailandia y China en los años 1967, 1976 y 1985, respectivamente.
En el primer caso los afectados pensaban que habían enfermado al comer carne de un cerdo envenenado, en el segundo pensaban que lo había provocado un ataque vietnamita, y en el tercero le echaron la culpa al marxismo.
Por lo tanto, para evitar este síndrome, cuyo nombre procede de una palabra cuya traducción hace referencia al gesto de las tortugas de introducir la cabeza en el caparazón, es muy importante la ayuda psicológica y, sobre todo, la educación sexual , ya que se da en países en los que ésta es casi inexistente y, además, las creencias sobre magia y brujería están muy arraigadas.
Síndrome de París
París, la ciudad del amor, de la luz, de los bellos edificios…. sin duda es una de las ciudades del mundo con mayores connotaciones positivas, por lo que son muchos los turistas que afirman sentirse decepcionados cuando por fin consiguen verla con sus propios ojos.
Está claro que este tipo de asuntos son cosa de gustos, pero algunas personas pueden sentirse muy afectadas, llegando a sufrir un trastorno psiquiátrico transitorio, bautizado como síndrome de París.
Los síntomas son muy variados, aunque algunos de los más frecuentes son ansiedad, alucinaciones, despersonalización y taquicardia.
Fue diagnosticado por primera vez por el psiquiatra Hiroaki Ota, que en 1986 comprobó que muchos de sus compatriotas japoneses volvían de París con todos estos síntomas, que afortunadamente desaparecían pasado un tiempo después del regreso.
En muchas ocasiones es el ruido y el bullicio de la ciudad lo que más atormenta a los turistas nipones, que esperan encontrar una ciudad rebosante de elegancia y tranquilidad.
Y lo primero lo tiene, pero lo segundo ya es mucho pedir. ¡Qué pena que las estampas y los cuadros no puedan retratar también los ruidos parisinos!
Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas
Aunque todo el mundo conoce el síndrome de Peter Pan, pocos saben que existen otros muchos síndromes bautizados en honor a otras obras convertidas en películas por Disney.
Un buen ejemplo es el del síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, un trastorno descrito en 1.955 por el psiquiatra John Todd, que decidió darle el nombre de la obra de Lewis Carroll por las similitudes existentes entre sus síntomas y las vivencias de su pequeña protagonista.
Y es que esta enfermedad, asociada comúnmente a otras patologías como la epilepsia y la migraña, se caracteriza por alteraciones en la percepción de formas y tamaños, distorsión de la propia imagen corporal y otras muchas alucinaciones visuales.
Alicia podría haberla padecido perfectamente y si tenemos en cuenta que Lewis Carroll sufría de grandes migrañas y que se piensa que muchos pasajes de la novela fueron fruto de sus crisis, podría ser que plasmara en el papel lo que él mismo sentía. Nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero es emocionante especular con ello.
Síndrome del acento extranjero
En este caso más que un problema psiquiátrico se trata de una afección neurológica, pues suele ser consecuencia de una lesión cerebral grave, como un derrame o un traumatismo, aunque también se han dado un par de casos afectados por problemas en el desarrollo.
No se conoce a ciencia cierta cuáles son las causas exactas que llevan a los síntomas de este síndrome, cuyo nombre lo dice todo, aunque se cree que el cerebelo tiene un papel fundamental en su desarrollo.
Por otro lado, algunos especialistas afirman que los centros cerebrales del lenguaje no tienen nada que ver, y que en realidad se trata de una pérdida de las habilidades de motricidad fina que desemboca en dificultades a la hora de vocalizar las fonemas de forma habitual.
Se conocen muchos casos, desde que se describiera por primera vez en 1.907, algunos de ellos muy sorprendentes, como el de Astrid L., una joven noruega que sufrió una lesión cerebral a causa del impacto de la metralla de un ataque aéreo durante la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia sufrió una hemiplejia que le causó bastantes problemas en el habla, pero poco a poco se fue recuperando de todos, menos de uno: un marcado acento alemán que no le hizo demasiada gracia a sus compatriotas en la situación en la que se encontraban en ese momento.
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