Una anomalía del desarrollo que puede plasmarse de diversos modos, en función del grado de constricción y otros parámetros. En general, algunos factores que pueden ayudarnos a identificarlos son la asimetría mamaria entre ambos senos, la presencia de grandes areolas –y de aspecto protruido-, diferencias en el volumen mamario –son habitualmente pequeñas- y la reducción del surco mamario –con ausencia de tejido por debajo del borde inferior de la areola-.
Asimismo, existen diversos grados de mamas tubulares. En el primer estadio, por ejemplo, el desarrollo mamario es deficitario en el cuadrante inferior e interno y, generalmente, la deformidad suele ser bilateral. Se trata de mamas grandes y caídas en las que la areola está desviada hacia dentro y abajo.
En el segundo, las areolas se presentan más grandes, hacia abajo también. En el tercero se ve afectada la parte exterior también mientras que en el cuarto todos los cuadrantes presentan anomalías. Su forma se vuelve más alargada, como la de un tubérculo.
Cómo se forman y cuándo
Respecto a su formación, tiene lugar durante el crecimiento de la mama y se produce como consecuencia de una variación. El quid de la cuestión se encuentra en la unión del pecho al músculo pectoral, donde se halla un anillo fibroso que evita que el tejido adiposo se distribuya de la forma pertinente. Esto hará que vaya constriñéndose a medida que va aumentando de tamaño y que la grasa vaya desplazándose hacia donde la piel tiene menor resistencia, o sea, hacia el pezón.
Tratamiento
Para cambiar el aspecto de una mama tubular será necesaria una intervención quirúrgica que dependerá, en gran medida, del grado de tuberosidad. Este determinará también si se lleva a cabo una mamoplastia, una mastopexia o se combinan ambas técnicas, entre otras. En todo caso, la idea es moldear y ajustar el tamaño del pecho.
En cuanto a la vía de abordaje, en los casos leves –sin herniación de la areola ni ptosis- lo ideal es la vía submamaria, mientras que los graves requieren de un abordaje areolar y un remodelado completo.
La idea es acabar también con el anillo fibroso comentado. Sin embargo, será necesario introducir un implante para ayudar en la reconstrucción del pecho, de un modo parecido al que se lleva a cabo tras una mastectomía, por ejemplo. Las más empleadas son las prótesis anatómicas o de pera, que otorgan un volumen natural al pecho. Un implante que recree y rellene los polos inferiores.
Antes y después
En todo caso, no se trata de una intervención que requiera de un postoperatorio complicado, sino que la paciente podrá hacer vida prácticamente normal pasados 8 a 10 días. Además y en cuanto a la recuperación total, resulta muy similar a la de otros procedimientos de aumento de pecho y repercute directamente sobre la autoestima de la paciente.
Ahora bien, pueden darse algunas consecuencias como la imposibilidad de dar de mamar en algunos casos. Algo que siempre deberíamos consultar con el especialista antes de someternos a cualquier cirugía de este tipo. No obstante, como hemos comentado, tener las mamas tubulares se ha llegado a relacionar con una producción de leche menor.
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