La gota afecta sobre todo a los hombres, con una proporción de 15 a 1 con respecto a las mujeres

Fue repentino. Cristian Martinelli se fue a dormir sin ningún síntoma, pero al despertar al día siguiente sentía un dolor insoportable. Estaba localizado exactamente en el dedo gordo del pie derecho, que se había hinchado y con el que prácticamente no podía pisar. Cuando su médico lo examinó, le anticipó que podría tratarse de gota. Una serie completa de análisis clínicos confirmaron el diagnóstico del profesional y determinaron que su nivel de ácido úrico en sangre era muy elevado. Como él, cada vez más personas presentan esta enfermedad, que aumentó su incidencia en los últimos años. Los especialistas coinciden en que podría deberse a un cambio en los hábitos alimenticios y una mayor tendencia al sedentarismo, así como a un incremento en el consumo de alcohol.

“La gota es una enfermedad que se da por el exceso de ácido úrico en sangre. Cuando el urato monosódico supera su límite de solubilidad, que en general es hasta 6,8 miligramos por decilitros de uricemia, se empieza a depositar en los tejidos, principalmente en las articulaciones”, explicó a LA NACION Marina Scolnik, médica reumatóloga del Hospital Italiano.

La forma en que a Martinelli se le presentó el dolor es la más usual. Según especificó Cristina Amitrano, médica del Servicio de Reumatología del Hospital Alemán, “si bien puede afectar cualquier articulación, el ataque agudo de gota típico, denominado podagra, consiste en una artritis con intenso dolor, tumefacción y enrojecimiento en la primera articulación metatarsofalángica. En general, el intervalo entre ataques o fase intercrítica es asintomático”.

Sobrepeso, elevado consumo de carne y alcohol, así como el factor hereditario, fueron las causas que en Martinelli desencadenaron la enfermedad de gota. “Desde mi bisabuelo, todos los varones de la familia han tenido gota”, detalló el joven de 34 años, que se enteró de su condición este año.

“En los últimos años se ha visto un incremento de los pacientes que padecen gota, en parte por la dieta que llevan, por el exceso de consumo de alcohol y sobre todo por el diagnóstico temprano que tiene esta enfermedad”, señaló el médico Gonzalo Rodríguez Falabella, integrante del grupo de estudio sobre artrosis de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR).

En esa línea, el especialista –que disertó sobre gota y sus implicaciones clínicoterapéuticas en el 55º Congreso Argentino de Reumatología realizado en la ciudad de Córdoba la semana pasada– explicó que si bien la enfermedad “afecta sobre todo al sexo masculino, con una proporción de 15 a 1 con respecto al sexo femenino, las mujeres aumentan la incidencia de esta enfermedad en su etapa posmenopáusica, cuando cesa el aporte de estrógenos y aumenta el ácido úrico en sangre”.

Amitrano coincidió con la evaluación del médico de la SAR y observó: “Hay un claro incremento en las últimas décadas [de la enfermedad de gota], probablemente en relación con una mayor esperanza de vida, cambios en los hábitos alimentarios y la epidemia de obesidad”.

La médica comentó que “el aumento se da predominantemente en adultos mayores de 30 años” y destacó que el número de casos podría ser aún mayor debido a que “se estima que hay un subdiagnóstico en pacientes con síntomas leves, en mujeres y ancianos que en oportunidades presentan síntomas atípicos, así como en personas portadoras de patologías que predisponen a la hiperuricemia”.

Como la obesidad, la hipertensión, la glucemia elevada y el colesterol alto son todas condiciones relacionadas con la gota y tienen que ver con la dieta y el estilo de vida de las personas, Scolnik observó: “La gota está en aumento en la población mundial a lo largo de las últimas décadas, a medida que el ser humano se volvió más sedentario y su dieta menos saludable. La incidencia de gota es mucho más baja en Asia o en países en vías de desarrollo que en países desarrollados, como los europeos y Estados Unidos”.

Mónica Katz, médica especialista en nutrición, señaló que actualmente “hay mucha obesidad que se asocia con el síndrome metabólico, cuadro que muchas veces se acompaña de un incremento de ácido úrico y gota”. También se refirió a los diferentes abordajes dietarios, que podrían agravar o propiciar la enfermedad: “Hay un auge de dieta cetogénica, con exceso de carnes y grasas, así como del ayuno intermitente, que en personas predispuestas puede aumentar el ácido úrico”.
Cómo cuidarse

A Martinelli le indicaron que regule su consumo de carne y alcohol. Además, le recetaron un fármaco que reduce la producción en el organismo. “Ahora como menos carne y achuras. Trato de equilibrar, y cuando sé que me espera un asado o una comida de ese tipo, o que voy a ingerir alcohol, con un comprimido de alopurinol antes lo puedo controlar”, describió.

“Es fundamental la supresión del consumo de alcohol, la pérdida de peso, tener una dieta baja en purinas (que aportan mariscos, carnes rojas, embutidos), evitar las bebidas azucaradas y los alimentos con alto contenido de fructosa”, detalló Amitrano, y aclaró que, a pesar de que esta enfermedad “está condicionada por factores de origen genético, en la mayor parte de los casos las dietas poco saludables pueden favorecer su desarrollo”.

En la misma línea, Esteban Chilelli, médico clínico del Sanatorio Modelo de Caseros, puntualizó: “Algunas bebidas, como la cerveza, tienen una concentración muy alta en purinas y eso empeora el nivel de ácido úrico”. Para aquellos pacientes que presentan una tendencia hacia la hiperuricemia, el especialista indicó: “Se puede recetar medicamentos para que el nivel de ácido úrico en sangre baje y no llegue a generar gota”.

La actividad física es otro de los aliados para prevenir esta enfermedad, así como el control de los riesgos cardiovasculares. “Hacer ejercicio, mantenerse con buen peso, monitorear la presión arterial y la glucemia, son todas las formas de disminuir el nivel de ácido úrico en sangre y la incidencia de gota”, precisó Scolnik.

Todos los cuidados y medidas de prevención son recomendados en función de no desarrollar formas más graves de la patología. “Si los síntomas de la gota no son tratados a tiempo y de forma oportuna, puede producir una severa discapacidad secundaria a la gran destrucción arterial que genera. Asimismo, puede producir insuficiencia renal con requerimiento de diálisis y aumentar la tasa de mortalidad cardiovascular; esto es secundario del depósito de estos cristales de ácido úrico, ya sea en la aorta o en la arteria coronaria. Los pacientes gotosos, en general, padecen enfermedades concomitantes, como hipertensión, diabetes mellitus o dislipidemia”, listó Rodríguez Falabella. Y aconsejó: “Por eso recalcamos desde la SAR que el control médico y el oportuno diagnóstico y tratamiento es una forma de cambiar y mejorar la condición de los pacientes”.

 

lanacion.com.ar/

- Suscribase -