Un análisis prolongado del ensayo ASPREE (ASPirin in Reducing Events in the Elderly) confirma que la aspirina en dosis bajas no ofrece protección cardiovascular sostenida en adultos mayores sin antecedentes previos. Por el contrario, incrementa el riesgo de hemorragias mayores y, tras su suspensión, se observa un aumento inesperado de eventos cardiovasculares.

Contexto del estudio

El ensayo ASPREE, realizado entre 2010 y 2017, incluyó a más de 19.000 adultos mayores de Australia y Estados Unidos, con una edad promedio de 74 años al inicio y sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, demencia ni discapacidad funcional. Durante la fase activa del ensayo, los resultados sugirieron una tendencia a la reducción de eventos cardiovasculares mayores en el grupo que recibió aspirina en comparación con placebo. Sin embargo, este aparente beneficio no alcanzó significación estadística y estuvo acompañado por un incremento claro en el riesgo de hemorragias graves.

Tras la suspensión del tratamiento, quienes habían recibido aspirina presentaron una mayor incidencia de eventos cardiovasculares adversos mayores que aquellos que habían tomado placebo. Esta diferencia se mantuvo incluso años después de la interrupción del fármaco.

Riesgos asociados

El análisis combinado de todo el seguimiento, con una mediana de 8,3 años, no mostró beneficios cardiovasculares sostenidos en el grupo tratado con aspirina. En contraste, el riesgo acumulado de hemorragias mayores se mantuvo elevado, con un 24% más de casos en comparación con placebo.

Entre los sangrados más frecuentes se encontraron las hemorragias gastrointestinales y, en menor medida, los eventos intracraneales. Estos efectos adversos son especialmente preocupantes en una población envejecida, donde la fragilidad y las comorbilidades aumentan la vulnerabilidad frente a complicaciones hemorrágicas.

Recomendaciones clínicas

Los resultados subrayan la importancia de individualizar las decisiones terapéuticas y de revisar periódicamente la medicación en la población geriátrica, evitando intervenciones que puedan causar más daño que beneficio. En adultos mayores sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, los riesgos de iniciar aspirina superan a los posibles beneficios. La decisión de prescribirla debería restringirse a contextos muy seleccionados, considerando tanto el perfil individual de riesgo trombótico como el hemorrágico.

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