La mitad sufre el cuadro en algún momento de su vida. También afecta a los hombres. Advierten la importancia de evitar que se cronifique.

Ardor, dolor, necesidad de ir constantemente al baño y sentir que las ganas no se van. La mitad de las mujeres sufre en algún momento de sus vidas esos síntomas característicos de la infección urinaria, que afecta también -pero en menor medida- a los hombres.

Uno de los mayores riesgos es que esas manifestaciones se vuelvan crónicas, ya que pueden derivar en cuadros más complejos, como infecciones renales, advierten los especialistas.

«Habitualmente los motivos de consulta suelen ser ardor o dolor al orinar, la sensación imperiosa y constante de orinar, orinar frecuentemente y en pequeñas cantidades, o al terminar de orinar sentir que no se vació totalmente la vejiga», precisa la médica sobre los síntomas más frecuentes de la infección urinaria.

Y añade que también son frecuentes el dolor abdominal o pelviano y la orina turbia, oscura, con olor fuerte o con sangre.

Si bien no hay que subestimar ninguna de esas manifestaciones, hay signos que deben encender aún más la alarma, ya que pueden ser señal de un cuadro más complejo: «Cuando la infección alcanza los riñones aparece el dolor de espalda, la fiebre elevada, y se pueden agregar náuseas y vómitos».

Una infección común

Entre los factores que predisponen a contraer infecciones urinarias, Fulco menciona la litiasis (cálculos renales o «piedras» en el riñón), la hiperplasia prostática benigna, el uso de una sonda vesical, el haber recibido antibióticos por otras causas en los días previos y/o el antecedente de haber tenido cirugías urológicas.

También son más frecuentes en niños y niñas que nacen con malformaciones del árbol urinario y en personas inmunocomprometidas y con diabetes.

Asimismo, si bien afecta a ambos sexos, en las mujeres es más frecuente.

«Más del 50% de las mujeres padecerán algún episodio de infección urinaria a lo largo de su vida», apunta Fulco. «En algunas, las relaciones sexuales pueden desencadenar una infección, pero no es necesaria la actividad sexual para padecerla. La mayor cantidad de infecciones se da entre los 18 y los 39 años, asociado al período de mayor actividad sexual», precisan.

Es también frecuente que la infección se repita. «En mujeres, la tasa de recurrencia dentro de los primeros 6 meses de resuelta la infección es del 27% y un 2,7% sufrirán una segunda recurrencia», señala la médica.

Por qué es más frecuente en las mujeres

El sistema urinario está conformado por un conjunto de órganos que se ocupan de depurar la sangre para eliminar sustancias tóxicas y luego de almacenar la orina hasta el momento de la expulsión.

La infección puede darse en cualquier parte del sistema urinario: los riñones, los uréteres, la vejiga o la uretra, aunque en esos dos últimos registran la mayor frecuencia.

Y, dado que el sistema genital está íntimamente relacionado con el sistema urinario (porque algunas estructuras son compartidas), cuando los gérmenes afectan a otras estructuras como los testículos o la próstata también se habla de infección urinaria.

La bacteria responsable en el 75% de las infecciones urinarias es la Escherichia coli, un tipo de germen habitualmente encontrado en el tracto gastrointestinal. A ella le siguen en orden de frecuencia las Klebsiellas (7,5%), los estafilococos (6%), otras enterobacterias (4,7%) o Proteus (4,7%).

«Los gérmenes suelen ascender de manera retrógrada, es decir, desde el exterior a través de la uretra. La uretra femenina es más corta que la masculina (4 y 16 cm respectivamente) y además está más cerca del ano, por eso es que las infecciones urinarias son más frecuentes en ellas», explican los médicos.

La otra vía de acceso al aparato urinario que tienen los gérmenes es a través de la sangre. «Este tipo de infecciones son más raras, suelen ser más graves y aparecen en pacientes con antecedentes médicos.»

Cómo se trata la infección urinaria

Ante la sospecha de una infección urinaria, se suele indicar un análisis de orina, que por lo general se informa en el momento, y un urocultivo, que puede demorar unas 72 horas.

Si el resultado indica que hay infección, el profesional indicará tratamiento antibiótico.

La médica apunta que un dato importante que arrojan los análisis es el antibiograma, a través del cual el laboratorio informa qué antibióticos son efectivos contra la bacteria hallada y cuáles no.

«Hoy en día esta información es muy importante, porque los gérmenes desarrollan cada vez más resistencia a los antimicrobianos. En algunos pacientes, dependiendo del cuadro clínico, además del análisis de orina debemos solicitar otros estudios, como por ejemplo una ecografía o un análisis de sangre», añaden.

Año a año más bacterias uropatógenas se vuelven resistentes a los antibióticos de uso habitual. Sin ir más lejos, del 10 al 30% de las E. coli son resistentes a las quinolonas (la ciprofloxacina es la más utilizada de ese grupo de antibióticos).

«Sin embargo, cuando una infección es tratada a tiempo y con el antibiótico adecuado, es raro que se produzcan complicaciones como el daño renal, el parto prematuro o la urosepsis, que es un cuadro más complejo por el que las bacterias pasan a la sangre».

¿Se puede prevenir la infección urinaria?

Según la médica, es posible adoptar algunas medidas para prevenir este tipo de cuadros que, si bien no garantizan que una persona no contraiga la infección, podrían colaborar en la disminución de la aparición.

«Entre las principales podemos mencionar algunos hábitos como beber abundante agua (ya que eso arrastra gérmenes), limpiarse los genitales de adelante hacia atrás y orinar luego de las relaciones sexuales. Los arándanos podrían fortalecer la inmunidad del árbol urinario. Si bien esto no está acabadamente confirmado por los estudios, tampoco tiene efectos colaterales», concluyeron.

clarin.com

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