El infarto cerebral —también llamado accidente cerebrovascular (ACV) o derrame cerebral— es una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo. En México, se le considera la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad adulta.
¿Qué es un infarto cerebral?
Un infarto cerebral ocurre cuando una zona del cerebro pierde su suministro de sangre. Esta interrupción puede deberse a dos mecanismos:
Isquémico: obstrucción de una arteria por coágulo o placa (más común).
Hemorrágico: ruptura de un vaso sanguíneo, provocando sangrado y daño en el tejido cerebral.
Cuando las neuronas no reciben oxígeno ni glucosa, comienzan a morir en minutos, lo que puede generar déficits neurológicos permanentes.
Causas y factores de riesgo
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de sufrir un infarto cerebral son:
Hipertensión arterial
Diabetes
Aterosclerosis
Obesidad
Tabaquismo
Sedentarismo
Enfermedades del corazón
Edad avanzada
Estos factores no solo aumentan la posibilidad de un ACV, sino que también están presentes en la mayoría de los casos observados.
Consecuencias del infarto cerebral
Tras un infarto cerebral, las secuelas pueden ser variadas dependiendo de la zona afectada y la rapidez del tratamiento. Entre ellas:
Parálisis o debilidad en una parte del cuerpo (hemiparesia)
Dificultades en el habla, lenguaje o comprensión
Alteraciones cognitivas: memoria, atención, razonamiento
Secuelas emocionales como depresión o ansiedad
Discapacidad permanente en muchos casos
Importancia de la prevención y el tratamiento temprano
Cada cinco segundos ocurre un infarto cerebral en el mundo.
De los 15 millones de personas que sufren ACV anualmente, aproximadamente 5 millones mueren y otros 5 millones quedan con discapacidad grave.
El reconocimiento rápido de los síntomas y la atención médica inmediata pueden limitar el daño cerebral y mejorar las posibilidades de recuperación.