¿Tu orina siempre tiene el mismo color? Apostamos a que no. Y es que cambia de aspecto constantemente, dependiendo de la cantidad de agua que hayamos bebido, de los alimentos que hayamos ingerido o de si estamos tomando o no cierto tipo de medicamentos. Pero… ¡Ojo! El color de la orina también puede ser síntoma de varias enfermedades, como la diabetes, la hepatitis o incluso el cáncer.

En cualquier caso, es un elemento que podemos, en la mayoría de los casos, monitorizar a simple vista. Por eso, es importante conocer qué es normal y qué no en la orina, y prestar atención a cualquier signo de alarma, indican especialistas.

Los colores de la orina y qué indica cada uno

Madurga confirma que el aspecto de la orina puede hablar mucho del estado de salud de una persona. “En función del color, podemos detectar desde una infección urinaria, a una patología hepática o un cáncer de vejiga, entre otras patologías. También su consistencia puede dar pistas: una orina turbia y espesa nos habla de la posibilidad de una infección severa de riñón o vejiga”.

En este sentido, especialistas distinguen la siguiente clasificación de los colores de la orina y de qué puede estar indicando cada uno:

Transparente o muy claro: En la mayoría de los casos es síntoma de que la persona está bebiendo mucha agua, pero también puede estar relacionado con otros trastornos asociados a la diabetes.

Ambarino claro: Normal.

Miel: Puede ser indicativo de deshidratación.

Marrón oscuro: Podría deberse a una deshidratación severa, al consumo de sustancias tóxicas o a algún tipo de enfermedad hepática. En estos casos, es conveniente acudir al médico para descartar la presencia de sangre en la orina y evaluar si el color se relaciona con algún trastorno metabólico.

Rojizo o rosado: Puede deberse a la ingesta de alimentos como los arándanos o la remolacha. Si esto está descartado, podría relacionarse con la presencia de sangre, que siempre es subsidiario de ser estudiado.

Verde o azul: Podría estar relacionado con determinadas infecciones, con algunas bacterias en el tracto urinario, alguna sustancia con propiedad de tinción o ciertos medicamentos.

En cualquier caso, el urólogo recomienda estar atentos a cualquier cambio en la frecuencia miccional (que no sea consecuencia directa de la mayor o menor ingesta de agua), a cambios organolépticos (como el olor y el color) o a cierta sintomatología como dolor, escozor o dificultad para orinar. Es entonces cuando sería recomendable acudir a un especialista. Y siempre la alerta más importante y que amerita ir al médico lo antes posible es la hematuria, es decir, la orina roja a causa de la aparición de sangre en la misma. En esos casos, el urólogo siempre tendrá que descartar un tumor en las vías urinarias.


¿Te estás hidratando correctamente?

Ya hemos visto que el color de una orina normal es el ambarino claro, que es síntoma, además de un buen estado de salud urinario, de una correcta hidratación. Pero, ¿cuánta agua debemos beber para estar adecuadamente hidratados?. Se aconseja beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, cantidades que pueden variar según las condiciones climáticas y de ejercicio físico que practique cada persona.

Por otro lado, los expertos alertan de que el agua, como todo, es malo en exceso: “Una ingesta excesiva de líquidos conlleva una frecuencia miccional muy elevada, tanto de día como de noche, interrumpiendo el tan necesario descanso nocturno y haciendo que esa persona viva en el cuarto de baño. Eso, además de mermar su calidad de vida, puede dilatar de manera excesiva su vejiga, trayendo consigo consecuencias a medio y largo plazo, a veces irremediables”.

Así, según la uróloga, lo normal y deseable es vaciar la vejiga siete veces durante el día y una vez por la noche, sobre todo a partir de los 50 años, tanto en hombres como en mujeres. También hay que tener en cuenta que el volumen de orina en cada micción debería ser de 300 mililitros, aproximadamente. “Siempre hay ocasiones en las que, por motivos ajenos a nuestra fisiología, podemos orinar más o menos cantidad (por ejemplo, si no encontramos un baño en el momento en que lo necesitamos o, en el caso contrario, cuando orinamos sin demasiadas ganas, porque no sabemos cuándo podremos volver al baño). Pero eso es la excepción y no la norma”.

clikisalud.net

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