La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central que provoca descargas excesivas de las neuronas, lo que manifiesta por medio de convulsiones. Generalmente esta enfermedad es descubierta a una edad temprana.

La epilepsia generalmente se manifiesta por medio de espasmos involuntarios.

En el caso de los menores de edad, este hecho provoca miedo y preocupación en los padres.

Sin embargo, hay que conocer de qué trata este padecimiento, por qué se produce y qué tratamientos se sugieren para controlarla.

Si bien no hay causas específicas que lleven al desarrollo de esta enfermedad, sí hay factores que pueden ayudar a entregar algún tipo de explicación, tales como:

  • Antecedentes de familiares que hayan padecido crisis epilépticas o convulsión febril.
  • Traumatismo craneal.
  • Dificultades de la madre durante el embarazo.
  • Enfermedades infecciosas graves.
  • Desorden cromosómico.
  • En el caso de la mayoría de los niños, la enfermedad es idiopática, es decir, las causas no pueden ser identificadas.

Diagnóstico

Debido a que los síntomas de la epilepsia también pueden ser usuales en otras enfermedades del sistema nervioso central, es importante realizar un diagnóstico seguro para saber si una persona padece la enfermedad. Si el médico tiene sospechas de una posible epilepsia en el niño, deberá hacer los siguientes exámenes:

Electroencefalograma (EEG): implica un registro simultáneo de la actividad eléctrica cerebral y las reacciones del niño.

Escáner cerebral, muestras de sangre, y exámenes neurológicos y conductuales: Estos sirven como apoyo para ayudar a determinar las posibles causas de la enfermedad y si realmente estamos hablando de epilepsia.

Tratamiento

Según el diagnóstico que se obtenga será el tipo de tratamiento que el niño reciba, aunque la mayoría de los casos se tratan con medicamentos. Cada uno de ellos dependerá del tipos de epilepsia que presente el menor, y si es mayor o leve.

Además de los medicamentos correspondientes, en algunos casos el médico tratante recomienda dietas específicas como una alta en grasas, y baja en carbohidratos y proteínas. Esto tiene que ser obligatoriamente supervisado por el profesional.

Existe también una cirugía para remover, si es posible, la parte del cerebro que se ve afectada por la enfermedad.

Padres y familia

Para evitar las convulsiones, es necesario que los padres, o quienes estén a cargo del menor, se preocupen de darles los medicamentos recetados, y que hagan controles médicos al menos cuatro veces al año para comprobar que los medicamentos han funcionado bien.

Mantener a los hijos con una buena alimentación, con el descanso suficiente y evitar situaciones que puedan implicar una presión innecesaria para ellos, son algunos factores que ayudan a mantener la enfermedad controlada.

Es recomendable supervisar a los niños cuando están en la ducha, en la piscina o cuando quieran andar en bicicleta, ya que son actividades que son peligrosas en el momento de las convulsiones.

Asimismo, se sugiere que otros adultos que eventualmente se hagan cargo del niño (ya sean profesores, niñeras, entrenadores de algún deporte, etc.) sepan la condición del menor y qué hacer al enfrentar convulsiones.

En el momento de la convulsión, no hay manera de detenerla, pero lo que sí se puede hacer es asistir a la persona y tratar de abrir su boca para que no se muerda la lengua. Después del ataque, dejar en reposo hasta que la situación se haya calmado por completo.

Prevención

Si bien no se puede prevenir la epilepsia en niños que nacieron con este trastorno, se puede reducir el riesgo de convulsiones siguiendo los tratamientos recomendados por el especialista.

Las embarazadas pueden ayudar a prevenir la enfermedad cuidando su embarazo de la siguiente manera:

  • Yendo continuamente al médico.
  • Teniendo la máxima dedicación en esta etapa.
  • Comiendo de forma sana.
  • Evitando totalmente la ingesta de alcohol y cigarrillo desde el primer mes de embarazo hasta que termine de amamantar.

Fuente: www.saludactual.cl

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